sábado, 27 de diciembre de 2014

Sucrette Chibi Urtear [Fan Art]


Sucrette Chibi Urtear by Ur97 on DeviantArt

miércoles, 29 de octubre de 2014

SALÓN DEL MANGA DE BARCELONA [EDITADO]

Holaaa tiempo sin leernos ^-^, traigo una buena noticia, estaré para el salón del manga de Barcelona de este año, que se celebrara este fin de semana. ¿Cómo me podéis encontrar? Muy simple, iré haciendo un cosplay, de Touka Kirishima de Tokyo Ghoul *O* (dejo foto al final de blog) no daré más detalles XD justo porque quiero ir con tranquilidad y no quiero hacer me ilusiones de que alguien se acerque u_u Si alguien cree reconocerme, mmm puede nombrar el nombre de Lidara ^-^

miércoles, 30 de abril de 2014

¡Feliz Cumpleaños Lidara!

Esta semana lidara cumple dos años *O*. Me parece increíble que hace ya ese tiempo que empece con este proyecto. La próxima semana espero traeros más sorpresas, así que estar atentos :3

jueves, 24 de abril de 2014

Renruki. One-Shot. Fanfic.

Esto en un principio iba a ser un Ulquihime, pero gracias a los problemas de poca inspiración que tengo con estos personajes, no he sido capaz  de escribir otro. Dale también las gracias a que me acusaran de plagiar,  y del que aun estoy esperando que me enseñen el fic que plagie. Si alguien encuentra ese fic que venga y me lo enseñe. Se me terminaron de quitar las ganas de escribir sobre esta pareja. Ahora quiero empezar una nueva época con renruki.  Cambiando de tema, siempre que escribo un fic sobre algo, me gusta leer fics  sobre ellos. Así que espero que os guste.

Aviso para los incrédulos, contiene lemon. (+18) 

-Enorabuena Rukia-dijo Ukitake  
La recién nombrada teniente sonrió, mientras recogía la banda de teniente. La miro con cierto orgullo, sabía todo lo que suponía aquel puesto, pero la recompensa lo valía. Su hermano, posiblemente la mirase con mejores ojos y estuviera más orgulloso de ella. Sonrió. La carga sería grande. Se ato la banda al brazo con un nudo fuerte. Aquel no había sido su único cambio de apariencia. Se había recortado el cabello también, pero sin cambiar su flequillo que atravesaba su frente, casi hasta su mejilla. Los cambios eran buenos en su cierta manera. 
-Muchas gracias capitán-dijo Rukia sonriendo. 
Se encontraban en una de las salas principales de la decimotercera división, arropada por sus compañeros de división. Aplaudieron todos al unisono. La joven se puso en pie y saludo a sus compañeros, que se acercaron a darle la enhorabuena. Sus mejillas estaban sonrojadas por la emoción. 
-¿Preparada para tu primera misión como teniente?- dijo. 
Rukia asintió. 

Aparto las ramas a su alrededor con las manos. La golpeaban en las mejillas, frente o mentón. Le era dificil moverse entre la espesura del bosque. Habían crecido demasiado juntos, sin control aparente, sin que la mano del hombre pudiese hacer nada para pararlo. Piso un piedra y perdió el equilibrio. Se hubiese golpeado con el suelo, si una mano no la hubiese agarrado en el ultimo momento. 
-No hacía falta que lo hicieses-dijo Rukia enfurruñada.
Renji la agarro de los brazos y la puso recta, asegurándose de que estaba perfectamente bien. Rukia suspiro, odiaba que la tratasen como un niña pequeña. Ukitake no parecía confiar suficiente en ella como para dejarla ir sola a una misión del nivel de un teniente. Hubiese preferido ir sola. Renji no parecía haberse dado cuenta de lo incomoda que se encontraba en su presencia. Conocía al teniente de la sexta división desde que eran niños. Habían sido amigos desde la infancia. Justo por eso parecía preocuparse demasiado por ella. Como si fuese algo delicado que pudiese romperse en cualquier momento. Pero ella no lo era. Ahora era la teniente de la decimotercera división. Estaba solo a un paso de ser capitana. Todos parecían mirarla con respeto, incluso Byakuya lo hacía. ahora. Pero Renji seguía igual. Como si fuese a desmoronarse por enfrentarse a un hollow.
Rukia apenas le dirigió hacía delante, ignorando a Renji. Este apenas se dio cuenta de ello. En aquellos momentos, la shinigami echaba mucho de menos a Ichigo. Desde que había perdido sus poderes, no había podido verle, y al contrario lo mismo. Ichigo la trataba como su compañera de batallas, como su camarada. No la veía como alguien débil. Como si fuera un gorrión, al que podía aplastar con solo desearlo. Ella ya era una teniente. ¿Por qué le era tan dificil a Renji ver eso? Que ya no era la niña que conoció en los bajos fondos. Se encontraban en un silencio tenso, del que Renji por primera vez había captado. No sabía que decir. Se rasco la cabeza pero no dijo nada. 
Los dos shinigamis llegaron a una zona, que parecía ser un claro. Los arboles allí parecían haber sido arrancados de cuajo, las raíces sobresalían de la tierra. Algunos incluso habían sido cortados, pero no eran tajos limpios. Parecían como si una y otra vez los hubiesen golpeado con hachazos. 
-El hollow debe estar cerca...-murmuro Rukia. 
Desenvaino su zampakuto, al igual que hizo Renji. Los dos se acercaron con lentitud hasta el centro del claro. Un ruido atronador, un grito desgarrador, les perforo los tímpanos. Era un hollow de su altura. Sus brazos le colgaban hasta el suelo, como si le pesaran demasiado, donde se suponía que debía estar sus codos se extendía por encima de la cabeza. Parecía un gorila gigantesco. Su pelaje eran blanco. Su mascara estaba completamente llena de dientes a todos lados, ojos desorbitados. Volvió a gritar. Por acto reflejo, se taparon los oidos, descuidando sus zampakutos. Sode no Shirayuki y Zabimaru, que ni si quieran habían sido liberadas, cayeron al suelo. 
El hollow, golpeo su pecho con fuerza, con los dos puños. Se lanzo contra los dos shinigamis desprotegidos. Renji, a duras penas, pudo agacharse y recoger a Zabimaru del suelo.
-Hoe...
El gorila atravesó limpiamente, con sus garras, el pecho de Renji. La sangre, salpico en todas direcciones. El shinigami cayo de rodillas, en un momento de debilidad. El hollow extendió sus brazos hacía arriba, dispuesto a dar el golpe de gracia. Rukia revano el brazo del gorila limpiamente. 
-Mae-grito, Sode no Shirakuyi se libero. 
El zampakuto de Rukia se estilizo, toda el arma se volvió blanca, una cinta se extendió a partir de la empuñadura. La shinigami, con lentitud, dirigió el filo hacía el suelo. Su rostro era sereno, sin presiones. Solo existían ella y su zampakuto. La cinta formo un circulo.
-Some no mai, Tsukishiro-dijo.
Un circulo se extendió alrededor del hollow. Entonces, se congelo. El gorila se quedo congelado en su posición, a punto de darle el ultimo golpe a Renji. Su brazo comenzaba a generarse. Pequeñas hebras de carne surgían desde el codo. Por suerte, había quedado paralizado para siempre. Rukia, respiro tranquila durante unos segundos, hasta que escucho a Renji toser. Era un sonido agonizante. 
Se agacho junto a su compañero, enfundando de nuevo su zampakuto. El Hollow, había dañado el musculo del pecho, desde el hombro hasta por debajo de las ultimas costillas. Algunos trozos de carne colgaban. No había sido un corte exactamente limpio. Los temor de la batalla  fue sustituido por uno mucho peor. La adrenalina que corría por sus venas se quemo. Un sudor frío recorrió su espalda. Con ayuda de su zampakuto, desgarro el resto del shihakusho. Hizo tiras limpias. 
Con cuidado, coloco las tiras de carne en su sitio. Noto la bilis en su garganta, pero se mordió la lengua, hasta que noto el sabor metálico de la sangre  empezar recorriendo su boca. Tapo las heridas con la tela que había recortado del shihakusho. Poso las manos por encima de las heridas y uso su kido para restablecer el reiatsu de Renji y empezar con la curación.Respiro hondo y cerro los ojos. 

Horas después, Rukia se encontraba con los brazos entumecidos. Puede que a un componente de la cuarta división no le hubiese costado tanto, pero ella no estaba acostumbrada. Había gastado la mayor parte de su reiatsu. Si el hollow hubiese despertado en aquel momento y hubiese escapado del hielo, habrían muerto los dos. Intento no pensar en ello. Había tenido que quitarse la parte superior de su Shihakusho, el kosode, y terminar de vendar a su compañero y taparle. Hacía frío. Mucho frío. Se apoyo en el árbol. Había arrastrado a Renji hasta allí, la zona donde los arboles comenzaban a crecer de nuevo. Lo más alejado posible del hollow congelado. 
Con ayuda, de las artes demoníacas, había encendido un fuego, con ramas rotas del claro y algunas hojas secas caídas. Se encontraban demasiado apartados de la sociedad de almas. Habían tardado horas en llegar allí. Cargando con Renji tardaría incluso más. Observo a su amigo de la infancia. Lo había apoyado contra un árbol. Respiraba con dificultad, su pecho ascendía y descendía con lentitud. Era como un compás. Su rostro estaba volteado hacía ella. Sus mejillas estaban sonrojadas, debía de tener fiebre. 
Rukia se levanto y se dirigió hacía su compañero. Se agacho, y toco su frente. Tal y como pensaba, estaba ardiendo. Debía bajarle la fiebre.Suspiro. Sus dedos descendieron por su mejilla, ascendió y rozo con las yemas de los dedos la tinta negra que recorría su piel.Sonrió La mano de Renji agarro en la suya, por la muñeca. Sus ojos se veían fibrosos, desencajados. Su pupila estaba demasiado dilatada. 
-¿Qué... ha pasado?- su voz era entrecortada, como si le costase decir cada palabra. 
-Estábamos realizando la misión- dijo Rukia- y te ataco el hollow que veníamos a eliminar.Lo mate antes de que pudiese hacerte algo peor. Ahora podrías soltarme, me haces daño-las ultimas palabras las dijo con un murmullo entrecortado, como de un perro apaleado. 
Renji soltó su muñeca, y la dejo caer sobre el suelo con un golpe seco. En su piel quedaron marcas rojas, donde la había agarrado. Las llamas  formaban extraños dibujos en sus rostros. Se quedaron en silencio durante algunos segundos, simplemente mirándose. 
-Tengo frío...-dijo Renji.
Antes de que hiciese nada, agarro a Rukia por el shitaji y la abrazo. En apenas unos segundos, el rostro del la shinigami se sonrojo incluso más que el de su compañero. Ardía como el fuego. Estaba incomoda, pero tenía miedo a moverse. Aun tenía las rodillas apoyadas en el suelo. Las piedras se le clavaban  en la piel. La estrujaba con fuerza entre sus músculos. Podía oler su aroma. Sangre y sudor, pero por debajo de todo aquello, metal. Su cabeza estaba directamente apoyada la curva de su cuello. Tenía los brazos aplastados, encogidos. Podía notar su respiración, su pulso. Ambos estaban agitados. Parecía que incluso los suyos estuvieran mimetizándose con los de Renji. En aquel momento se sentía incluso más pequeña de lo que era. Renji la aparto algunos centímetros, pero no lo suficiente como para volver a sentirse cómoda. 
-¿Y tu estas bien?- dijo, su voz parecía haber recuperado algo de su tono habitual, pero seguía siendo vacilante. 
-Si- dijo- no me toco. 
Antes de que pudiera moverse, agarro su mentón y fijo su mirada en los labios. El corazón se le disparo en apenas unos segundos.
-Te sangra el labio- dijo Renji. 
Toco su barbilla y se miro los dedos. Estaban manchados de sangre. Pero no era exactamente del labio. Se había mordido la lengua para no vomitar mientras curaba a Renji. Este la miraba embelesado. Rukia se sonrojo, escondió su reacción, mirando hacía otro lado. El teniente de la sexta división agacho la cabeza, y sus labios rozaron su cuello, hasta donde se había deslizado la sangre de su boca. Rukia exclamo con sorpresa, pero no se movió ni un centímetro, se quedo paralizada. Su lengua, con lentitud, se deslizo, recorriendo la curva de su cuello. Sus manos, con delicadeza, se apoyaban en su pequeña cintura, atrayendo la hacía él. Rukía se dejo llevar, como su un soplido de viento se hubiese llevado sus pensamientos. Estaba en blanco. Como una hoja recién imprimida. Renji la atrajo hacía su regazo, sentando la sobre sus piernas. Estaba a su merced. Como una serpiente, cuando atrapa a su presa, su veneno ya se ha inyectado en sus venas y no tiene escapatoria. Sabe que va a morir. Renji llego a su mentón, y recorrió el camino que le quedaba hasta sus labios, con besos, apenas rozando lo suficiente para limpiar la sangre de su piel. Beso la comisura de sus labios, pero se detuvo. Le dio el tiempo suficiente a Rukia como para apartarse de Renji, avergonzada y azorada consigo misma. Sentía un hormigueo en su estomago, que había ido creciendo desde hacía un rato. La carcomía por dentro.
-Yo no..-dijo Renji, con voz entrecortada, respirando con dificultad-¿Por qué me odias? 
Aquella pregunta pillo desprevenida a Rukia.
-Yo no te odio- dijo Rukia, cambiaba de tema con demasiada facilidad- ¿A qué viene eso?
-He visto como me mirabas antes-dijo, perdió las fuerzas de golpe, su cabeza cayo sobre su hombro, normalmente no podría hacer aquel gesto, pero estaban a la misma altura. El cabello rojo de Renji se deslizaba sobre su cuerpo, casi hasta su pecho, Rukia, indecisa, poso su mano sobre sus mechones, en un intento de tranquilizarle- cuando, te ayude, antes...- sus palabras eran fibrosas- me miraste con desdén, odio. Como si te molestase que te tocase. Lo llevo notando desde hace tiempo. 
Parecía torturado. Le había dado vueltas a aquello desde hacía tiempo, noto Rukia. 
-Solo es que...-dijo, intentando usar las palabras adecuadas para no hacerle más daño- Siento que me sigues tratando como una niña, cuando ya no lo soy. 
Renji levanto la cabeza confundido. 
-Yo no te veo como una niña-dijo extrañado- has crecido y cambiado mucho desde aquella época, yo...
No llego a terminar la frase, se detuvo, sus dedos se habían deslizado entre los mechones de su cabello negro. Cayeron de nuevo sin fuerzas. 
-¿Tu que?-repitió. 
-Yo...-parecía que le costaba decirlo. 
Deslizo la mano de su cabello con lentitud, hasta su nuca, y la atrajo hacía él. Sus labios se rozaron. El cuerpo de Rukia tembló con aquel simple tacto. Desde su estomago le recorrió una sensación nueva. Indescriptible para ella. Una emoción contenida. Gimió entre dientes. Las manos de Renji volvieron a su pequeña cintura, y la atrajo hacía si. Aquella vez no fue un simple roce, como el anterior, sus labios chocaron, deseosos, buscándose entre si. Más y más. Rukia enredo sus dedos entre su cabello rojo. Busco y soltó la cinta. Los mechones cayeron sobre su frente, mezclándonos con los los negros de Rukia. Se acoplo al cuerpo de Renji, se sentó sobre una de piernas, apoyando las rodillas en el suelo
El beso, cada vez, se fue volviendo más apasionado, ardiente. Querían cada vez más uno del otro. Se buscaban con urgencia. Sus bocas se abrieron, y las lenguas se unieron en un son. Rukia gimió,  aquel gesto la había tomado por sorpresa. Desde la garganta de Renji, un sonido gutural surgió desde el fondo de esta, un gruñido. Su cuerpo reaccionaba los gestos de Rukia, como cuando se ponen las fichas de domino juntas y les das un simple golpe para que vayan cayendo.
Las manos del teniente de la sexta división descendieron hasta su trasero, deteniéndose apenas unos segundos, hasta ir a sus muslos. La levanto, y apenas le costo hacerlo. Seguía siendo tan pequeña. Como en sus recuerdos de infancia, pero ahora era una mujer, Ahora estaba a la altura de su cuello. Lo beso de nuevo. Rukia alzo la cabeza al cielo y gimió, temblaba como una hoja. No quería gemir, la hacía sentirse débil,exhausta. Nublaba su mente. Lo atrajo más hacía su cuerpo, abrazando su cuello, como si fuese a salir corriendo en cualquier momento. Beso la curva de su cuello con lentitud, el ritmo había bajado, no tenía prisa. Ya no. Gemidos entre cortados escapaban de su garganta. Se detuvo en la clavícula, la lamió y beso de seguido. 
Renji, deslizo la mano hasta el obi. Con una sola mano intento deshacer el nudo. Rukia tuvo que ayudarle, deteniéndose un momento. Renji farfullo algo, pero apenas entendió algo. Deslizo la tela que tapaba su hombro, y lo beso. Notaba la respiración entre cortada sobre su piel. Estaba sudando. Los dos para ser más exactos. La temperatura de Rukia había ascendido varios grados, igualándose con la temperatura del herido Renji. Ya no se podía distinguir cual de los dos hacía un momento había tenido fiebre. La tela fue cediendo de nuevo, hasta dejar a la vista de Renji, los senos de Rukia. Estaba avergonzada, no podía mirar a su compañero a los ojos de nuevo.Este apenas se detuvo. Los observo maravillados, como si acabase de encontrar un tesoro. Los beso, con lentitud, con esmero, se detuvo en sus pezones, los mordisqueo, jugo con ellos, con su lengua. Apenas tardaron en ponerse erectos. Rukia tuvo que morderse el labio para no perder el control, para no gritar de puro placer. Clavo las uñas en su espalda desnuda.  
Movió la rodilla, intentando acomodarse, acercarlo más a su cuerpo. Entonces lo noto. Algo crecía entre las piernas de Renji. Tenía una ligera idea, pero prefería no pensar en ello. Solo quería disfrutar del momento. Hasta ahora no había tomado constancia de su propio cuerpo. Sus extremidades temblaban, notaba su mente nublada, libre de cualquier pensamiento que se negase a aquello que estaba sucediendo. Aquella sensación en el estomago se había intensificado, ardía como un fuego incansable, en busca de oxigeno para seguir ardiendo. 
El teniente de la sexta división, abrió el shihakuso de Rukia, esta lo deslizo de sus brazos, quedándose desnuda por completo de la parte superior. La tela continuo destapando su blanco cuerpo, puro hasta ahora. Pudo ver, por primera vez, el borde de sus bragas de encaje. La acaricio, sus dedos temblaban, inexpertos, incluso con una capa de tela, se notaba que estaba muy mojada. Rukia gimió con el simple roce. La volvió a besar, mientras retiraba las ultimas partes de tela que les separaban. Sus braguitas se deslizaron con lentitud de sus caderas, de sus piernas, hasta los tobillos. Renji la acostó sobre el suelo, sin separar sus labios. Apoyo los antebrazos en el suelo para que todo el peso no cayera sobre su compañera. Rukia le aparto algunos centímetros, sus narices se rozaban. Respiraban con dificultad, estaban azorados.
-¿Qué es lo qué ibas a decirme?-dijo Rukia.
Renji la miro durante algunos segundos, sus ojos estaban desencajados, mirando hacía todos lados. Deslizo las manos, acariciándola de nuevo, con cariño, sus dedos ya no parecían temblar, eran más seguros. Se alzo un poco, y abrió las piernas de Rukia, que seguía mirándole directamente a los ojos. Poso su mano en su sexo, separo los labios superiores, estaba mojada. La acaricio, rozo su clítoris, Rukia se convulsiono. Gimió con aun más fuerza. Renji deslizo su cabeza entre sus piernas. Lamió de abajo arriba, mordisqueo su clítoris, lo mantuvo entre sus labios durante unos segundos. Rukia se convulsiono de nuevo, sin dejar escapar de nuevo gemidos sin cesar, de puro placer. Renji, mientras tanto, desataba su obi. A los pocos minutos, los dos estaban completamente desnudos.
Rukia por primera vez alzo la cabeza y vio a su compañero desnudo. Los tatuajes, recorrían sus pectorales, algunos estaban tapados por los vendajes, pero aun así se veían la mayoría, la tinta negra recorría su piel, hasta descender. Su abdomen estaba trabajado, una capa de musculo lo recorría. Su mirada continuo descendido hasta... Rukia desvió la mirada, giro la cabeza hacía un lado. Estaba avergonzada.  El fuego continuaba ardiendo, dibujando formas en sus cuerpos sudorosos y desnudos. Renji la hizo volver a mirar, agarrando su mentón, y la beso de nuevo. Rukia enredo sus brazos en su cuello de nuevo, y lo atrajo hacía ella. Entonces lo noto. Desde su parte más intima, algo se deslizaba y entonces dolor. Un pinchazo la recorrió y grito, pero el teniente los acallo, con un beso. Su cuerpo entero se tenso como la cuerda de un arco. El hormigueo se había convertido en una ola abrasadora que le quemaba todo el cuerpo. Una lagrima escapo de sus ojos y descendió por su mejilla. Quería sollozar, encogerse.  Por primera vez se daba cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Le vino a la mente Ichigo. Incluso en aquellos momentos no dejaba de pensar en su amigo. Pero él ya no estaba allí. Solo estaban ella y Renji.
-Yo te quiero...-susurro Renji , separando sus labios.
Se miraron a los ojos, entonces comenzó el movimiento. El miembro de Renji, entraba y salia con lentitud. Rukia notaba las punzadas de dolor recorriendo su cuerpo, pero fueron desapareciendo, sustituidas por oleadas de puro placer. Sus gemidos eran entrecortados, ascendían de tono. El cuerpo de la teniente se relajo, la tensión desapareció de sus músculos, conforme el dolor desaparecía de su cuerpo. Sin poder esperarlo más, Renji aumento el ritmo.
Las embestidas aumentaron, cada vez entraban y salían con más fiereza de su interior. Lo quería más fuerza. Que la estrechase entre sus brazos hasta que le doliese. El cabello de Renji se deslizaba con su cuerpo, con el movimiento de este cada vez más fuerte. Por primera vez en meses, Ichigo desapareció de la mente de la joven shinigami. La beso de nuevo, Rukia no podía evitar gemir entre cada descanso. Enredo las piernas en la cintura de su compañero Lo noto, acercándose, como un caballo al galope. Todo su cuerpo  se tenso de nuevo. Arqueo la espalda La oleada de puro placer recorrió su cuerpo, se estrecharon entre sus cuerpos, necesitaba estar cada vez más cerca de su amado. Incluso esta vez Renji gimió entre dientes, lo que sorprendió a Ruki El orgasmo se fue como había llegado. Se relajaron. La tensión desapareció. Se sentía débil, como si le hubiesen chupado todas las fuerzas.
Renji, para no aplastar a Rukia con todo su peso, se levanto, y la llevo consigo. Se apoyo en el árbol, y entre sus brazos descansaba su amiga de la infancia. Se quedaron en silencio. El fuego se había convertido en brasas, que apenas iluminaban unos metros.
-Te quiero-dijo Rukia.
No pudo ver la reacción de Renji, pero noto como lagrimas llegaban a su rostro, deslizándose desde su cuello. La recién nombrada teniente se acurruco en su pecho, acariciando la tinta que recorría su cuerpo.
***
Bueno XD pensaba que no lo iba a conseguir. Lo revise varias veces, comparándolo con el otro escrito, por si me olvida de algo. Añadí, borre cosas, rectifique. Al principio sentía que escribía, como si me costara, como si las palabras no saliesen, me sentía como si estuviese con una bicicleta ascendiendo una cuesta gigantesca y empinada. Tras el ataque del hollow, las palabras ya fluían y me sentía como si la cuesta hubiese quedado atrás, y fuera por llano. Espero que me haya salido mejor que el anterior, más largo es por lo menos. 
Comenten y díganme que les pareció. Peor mejor, necesitas mejorar en tal. Solo díganlo. Es la primera vez que trato con esta pareja y me gusto bastante la experiencia. 
Un saludo.
Urtear

sábado, 15 de marzo de 2014

Memorias de Idhun [Enciclopedia]

Por el décimo aniversario de la publicación del primer libro de Memorias de Idhun: La resistencia,  se publicara una enciclopedia inedita sobre Idhun. Se publicara el catorce de octubre (justamente el día de la publicación del primer libro y día del orgullo iduanita. Cada catorce de marzo, hasta la llegada del gran día, se publicara un adelanto. Pulsando en este aquí o aqui podréis encontrar el resto. Promocionando el libro, SM ha distribuido dos marca paginas, uno con Jack y otro con un shek, en la parte inferior se puede ver una cita referida con los libros, por detrás se pueden ver fauna. Yo ya tengo la mías y es muy simple de conseguir. Debes ir a un establecimiento del Corte Ingles, la zona de librería, y preguntar por ellos. Son totalmente gratuitos. Cada mes, el día 14 irán sacando más. Hasta donde yo se, solo se puede distribuye en España. 

viernes, 14 de febrero de 2014

Cinco Horas [Mini-Relato]

Cinco horas.
Un niño, entre toda la multitud que atravesaba las calles, destacaba como una estrella en el cielo nocturno. Era pequeño, de no más de cinco años, su cabello era rubio, era muy claro, casi blanco con los reflejos del sol. Su tez era como la porcelana, pálida y pulida, sin ninguna imperfección, sin ninguna marca. Sus ojos eran como un ámbar dorado. Vestía con una camiseta blanca y unos pantalones negros, junto con unas zapatillas  deportivas. Parecía perdido entre toda aquella multitud. Miraba a todos lados, asustado.  Anna lo miro. Se detuvo entre toda la multitud, que la esquivaba como si no fuera nada.
Anna era una adolescente. Cabello castaño, ojos oscuros, de tez clara, pero tampoco oscura. Aún llevaba su uniforme del instituto, y su mochila cargada a la espalda. Calificaciones perfectas amable con sus compañeras, suponía la envidia de cualquier alumno que se preciara. Se acercó al niño esquivando a todos los transeúntes que iban en dirección opuesta.  Cuando se acercó, no le pareció tan asustado como en un primer momento, miraba hacía todos lados, como buscando algo entre la multitud.  
-¿Te has perdido?- se agacho delante del niño.
-Si- dijo el niño, con un hilo de voz, de cerca incluso parecía más inocente. Si primera impresión debía de haber sido algo infundada.
Se frotó los ojos de donde aun escapaban algunas lágrimas. Anna acercó una mano y le recogió una lágrima que descendía por su mejilla con lentitud.  Le sonrió de manera tranquilizadora. Le ofreció su mano como hubiera hecho con cualquier persona que necesitase su ayuda.
-Te acompañaré a casa- dijo, el niño le dio la mano, y sonrió feliz- ¿Dónde  vives?
-Por allí- el niño señaló hacía una de las calles segundarias que había desde la principal que se encontraban.
Anna se dejo guiar por el niño. Atravesaron la calle secundaria casi hasta el final, después tomaron un desvió, adentrándose aun más en el casco antiguo de la ciudad. La joven le siguió sin hacer ninguna pregunta, era de carácter confiado desde pequeña, se dejaba llevar por las personas, siempre confiando en ellos.
-¿Queda mucho?- le volvió a preguntar al niño, temiendo donde podría vivir el niño, aunque siempre con fe ciega en él.
-No mucho- dijo el niño sonriendo.
En aquel momento, se encontraban en una calle bastante estrecha, que desembocaba en unas escaleras que ascendían. Los edificios, a pesar de ser pequeños, su proximidad no dejaba  pasar gran parte de luz. Las puertas y ventanas era de madera antigua, incluso algunas estaban podridas por el paso del tiempo.  La tarde continuaba avanzando, y Anna debía volver  a casa, llevaba más de una hora caminando, y no había encontrado la casa del niño, ¿Le extrañaba? Ni si quiera dudo un poco,  ni un resquicio de temor había en su corazón. Jamás había estado en aquella zona de la ciudad, pero no le importaba, solo tenía que deshacer el camino y volver de nuevo. 
El aire olía a orina.  Le golpeo de cara como si le hubieran dado un bofetón,  se tapo la cara con el antebrazo. No le importaba, mientras pudiese llevar al niño a su casa, junto a su familia, cada obstáculo no significaría nada comparado con una buena obra. 
Mientras caminaban, solo vieron a dos personas. Una anciana, sentada en la puerta que debía de ser su casa, vestía completamente de negro y su cara estaba muy arrugada. Anna apenas le dedico una mirada de reojo, y le niño la ignoró. La otra persona fue un vagabundo, acurrucado en un portal, intentando taparse con una fina chaqueta. Olía a sudor y a alcohol.
Mientras Anna miraba al vagabundo, el niño se soltó de su mano, y corrió calle arriba. La joven apenas tuvo unos segundos para reaccionar, pero cuando se quiso dar cuenta, ya le llevaba un buen trecho de ventaja. Corrió tras el niño, le grito que la esperase, pero éste la ignoró, ni si quiera miro hacia atrás. Anna, al ver que no iba a parar le siguió, debía asegurarse  de que llegaba sano y salvo a su casa. 
El crio, giró a la izquierda y Anna le siguió sin ni si quiera dudar.
Era como si la noche hubiese aparecido de golpe. Era un callejón, oscuro, frio, paredes de ladrillo. Basura esparcida por todos lados, contenedores a rebosar. En el aire, había un mezcla entre orina, comida en descomposición y humedad. Era el lugar más asqueroso de la ciudad. Por primera vez, Anna sintió miedo.
-¿Estás ahí?- dijo en apenas un hilillo de voz, avanzo un paso con cautela, como si hubiese lava bajo sus pies- ¿Chico, dónde te has escondido?- esta vez gritó más, pero nadie respondió a lo que parecía una plegaria.
Con algo más de valentía se adentró en el callejón, pero todo era demasiado oscuro. No llevaba nada con lo que alumbrarse, ya que había dejado el móvil en casa para no distraerse durante las clases, ahora se arrepentía de haberlo hecho. A ciegas, fue palpando con las manos, chocando con basura, incluso tropezando en varias ocasiones.
Oyó como tras de sí, pasos acercándose lentamente a ella. Anna se giro, era un adulto, un hombre puede que por su tamaño, no era el niño que andaba buscando. Se acercó a ella, arrastrando los pies, como si le costase andar. Se detuvo a unos e ella.
-Perdone, ¿ha visto usted a…- dijo Anna, pero no llego a terminar la frase.
La atravesó, algo afilado rasgo su carne hasta adentrarse en su piel. Anna abrió los ojos como platos, e intento detener el arma, pero una y otra vez, se fue hundiendo en el cuerpo de la chica. Intento retroceder, pero su espalda choco contra la pared. Se encontraba arrinconada.
Tras unos minutos dejo de luchar y su cuerpo, cayó al suelo y murió.
Oscuridad…
-Te doy cinco horas de vida- algo le susurró al oído.
Sus ojos volvieron a ver, sus pulmones tragaron aire,  su corazón volvió a latir. Anna sintió todas aquellas sensaciones como si fuera la primera vez que su cuerpo las sentía. De sus ojos comenzaron a salir lágrimas. Estaba tirada en el suelo, en aquel callejón oscuro, un charco de sangre se extendía a su alrededor, pero en su cuerpo no habían heridas, en su lugar habían unas manchas rojas. Anna las miró extrañada, las tocó, apartando su camisa rasgada. Por primera vez, vio que el niño, que había intentado ayudar, se encontraba a su lado, sonriente. -Si en cinco horas no has matado a nadie- dijo, cuando pronuncio aquellas palabras con alegría, sin borrar la sonrisa- morirá.
Agarró la mano de Anna, que se encontraba paralizada por completo, y le entro una daga. La muchacha la miro, y cuando levanto la vista, el niño ya no estaba. En el dorso de la mano, había quedado grabado una cuenta atrás, y justo como había dicho el crio, le quedaban cinco horas, menos a cada segundo que pasaba.
Paso la primera hora negándose a sí misma lo que había pasado, aquello debía de ser un sueño, una pesadilla. La segunda hora sintió miedo, de no volver a ver a su familia, a sus amigos. La tercera hora, pensó en dejar que el tiempo corriese, morir, ya lo había hecho una vez, no era difícil. La cuarta hora, su tiempo acababa, sentía miedo, desesperación, y el tiempo continuaba avanzando, y por primera vez, pensó en el asesinato. En aquel barrio, debía de haber mucha gente, de la que nadie se daría cuenta de que había muerto. Solo debía sorprender a alguien que cruzase la calle. Se auto convencía así misma, de que su vida valía más y le quedaban muchos años por vivir. Y con determinación decidió que lo haría. Ya había caído en la desesperación, así que sería aun más fácil realizarlo.
Se escondió tras la pared, del callejón, con la daga, entre sus manos temblorosas. Sorprendería a cualquier persona que subiese por la calle, sería rápido y limpio, aunque esto último lo dudaba.  Entonces oyó los pasos que ascendían por las escaleras, que ella misma había subió hacía unas horas. Vio su sombra, cada vez más grande, cerró los ojos y se lanzo. Atravesó su pecho, una y otra vez, como en una canción. Escucho gritos, pero no paro, siguió. Anna noto sus manos sin fuerzas, intentando detenerla, pero ya era demasiado tarde. Abrió los ojos. Era una adolescente, como ella, posiblemente de su edad o más. Un chico. La miraba con los ojos abiertos como platos, le atravesaron como un escalofrió, y por primera vez se dio cuenta  de lo que había hecho.  El muchacho se desplomó en el suelo. Anna gritó. Se tiró encima suya e intentó para la hemorragia, pero habían demasiados cortes y la sangre salía de todos ellos sin dejarle cuartel. Se desangró en apenas unos segundos. Sus ojos se quedaron abiertos, sin aquel brillo de vida. Muertos. Anna volvió a gritar, las lágrimas salían de sus ojos como un torrente.
-Bien hecho- dijo el niño.
Anna se dio la vuelta y lo vio allí, plantado, con una sonrisa dibujada en su rostro.
-¡¿Por qué me has hecho esto?!- el grito, sus manos aun estaban apoyadas en el pecho del muchacho muerto.
-¿Y por qué no debería?- dijo, como si le hubiesen hecho la pregunta más extraña del mundo- ¿Aun no te has dado cuenta de quién soy?- Anna negó con la cabeza- Yo soy la muerte personificada, La Carpa, Keres, Mors, Azrael,  Anubis, Tanatos o un Shinigami, tengo un nombre para cada idioma. Respondiendo a tu pregunta de porque te he elegido, simplemente, porque tu destino era morir en aquel callejón. Al matar  a este chico has hecho un contrato conmigo. Vivirás todo lo que debía de haber  vivido el. Te he alargado la vida, deberías estar alegre. Pasara lo mismo con cada humano que asesines. Vivirás eternamente.
-Eres un monstruo- murmuró Anna.
-Me llevo la vida de niños, jóvenes, adultos y ancianos a diario-dijo el niño- ¿Crees que me das pena? Cada muerte alarga más mi vida, justo como a ti. Ahora estaremos solos tú y yo por toda la eternidad.
-¡Jamás mataré a nadie de nuevo!- gritó.
-Lo harás- dijo el niño- porque si lo has hecho una vez, puedes hacerlo dos. Te dejo sola, necesitas asimilar tanto. Pero nos volveremos a ver.

El niño se fue, y entonces Anna, con la única compañía de un cadáver, cayó en un pozo sin fondo, del que jamás saldría. Algo que no vio, era que la cuenta atrás  del dorso de su mano, había aumentado setenta años… 

martes, 14 de enero de 2014

Fuego. (OneShot) Primera Parte.

La primera vez que la vi, apenas tenía debía tener unos catorce años. Su cabello rojo como la sangre, brillaba con los reflejos del sol, recogido en un moño, estaba adornado con una peineta de oro puro, en ellos estaban incrustados de gemas azules. Su piel era blanca, pura como la nieve, como el mármol, como aquellas piedras que encuentras en los ríos, impolutas y perfectas. Sus labios era como las cerezas, rojos, con cierto toque rosado. En su cara, se podía ver aun los restos de su infancia, sus mejillas redondas, sus ojos azulados, como el cielo de medio día, brillantes como la luna. Vestía con un kimono negro, con mangas largas, bordado con tonos rojos y dorados, su obi era blanco, el obijime y el obidime eran dorados. 
Mi respiración se paro, solo podía mirar su sonrisa, sus perfectos dientes blancos. Me arrodille ante ella como hicimos todos los sirvientes, y me postre, por primera vez lo hice con gusto. Por el rabillo del ojo podía ver su kimono, sus blancas sobre su regazo. Era perfecta, como el amanecer, como los primero copos de nieve, como la luna llena. 
-Esta es mi hija adoptiva- dijo el amo- viene de occidente.
Sonrió, mostrando sus dientes perfectos. No pude evitar un escalofrió que me recorrió la espalda con lentitud, mi boca se quedo seca, como si jamas hubiera probado el agua entre mis labios. La mire de reojo, intentando aparentar que en realidad mi vista estaba pegada al suelo. Miraba al frente, hacía el amo.
Yo en aquel momento simplemente tenía trece años, jamas había visto a una niña de mi edad hasta ahora.


***

Para mi edad, era bastante desgarbado. Mi cabello era rubio como la paja, le llevaba desigual por encima de las orejas, mi tez era oscura, por haber estado trabajando bajo el sol en más de una ocasión durante largos periodos. Mis dedos estaban llenos de durezas, al igual que mis pies. Era delgaducho, estaba en los huesos y apenas tenía una fina capa de musculo. Mi cara, era como la de todo el mundo, no tenía nada de especial, ojos oscuros, labios pequeños. Solía vestir un simple yukata, y en ocasiones especiales ropas viejas que me habían regalado. 
Mi carácter era servicial, para alguien que llevaba sirviendo desde que tenía seis años, también desconfiado, había recibido las suficientes palizas durante mi vida para saber que la gente no era de confianza, incluso los criados con los que servía. También era duro como la piedra, incluso algunos dirían que frió y muy solitario. 
Pero ella era justo lo contrario.
Su sonrisa era perfecta. Parecía estar siempre tan alegre, como un pájaro libre, sin preocupaciones. Su risa era como el canto de una sirena (aunque jamas había escuchado una, imaginaba que debían de ser así) Me embelesaba cada vez que la oía. Pasaba poco tiempo junto a ella, yo era un hombre, y ella siempre estaba acompañada de mujeres, que la divertían y cumplían sus placeres. Simplemente estaba en su presencia en momentos puntuales, llevando o trayendo algún manjar, y cosas por ese estilo. 
Cuando estaba acostado en el futon, soñaba con su cabello rojo, su risa angelical, sus delicadas manos, sus azules, brillantes como un zafiro. Cerraba los ojos e imaginaba que ella se dirigía a mí, llamándome por mi nombre... "Hatsu- decía, nombre se formaba en sus labios." Me dormía todas las noches pensando en ella.  

***

La primera vez que se dirigió a mi, fueron apenas cinco palabras.
-¿Y cual es tu nombre?- dijo, mirándome con una sonrisa.
-Hatsu-dije, me atreví a mirarla directamente a la cara, sus ojos azules se fijaron directamente en mis ojos, pero yo desvié la mirada al suelo, fijándome en mis dedos llenos de callos. Note como mis mejillas se encendían como su cabello. 
-No deberías preguntarle su nombre- dijo en un gruñido el amo. 
Los dos se encontraban mirando el jardín que se extendía alrededor de la casa, en aquel momento yo trabajaba en ellos. Quitando las malas hiervas, arreglando los arboles y el estanque de carpas.
-No es malo saber el nombre de los criados- dijo, desviando la mirada hacía el amo, no te como una presión aliviaba mi estomago, y mi corazón volvía a latir con normalidad
-Los criados son solo criados- dijo con un gruñido, y fijo sus ojos negros en mi, vi como una furia le recorría por dentro, se levanto y como un torbellino se dirigió hacía mi. No era la primera vez que lo veía en aquel estado, y la cosa no solía terminar bien- ¡Te atreves a mirar a tu ama con deseo!
-Jamas mi señor- dije arrodillandome ante él, en señal de sumisión, pero me di cuenta que ya había visto mis mejillas sonrojadas. No iba acabar bien para mi. 
-No mientas- escupió, acto seguido, me agarro del cabello, obligándome a alzar la vista, su piel era grasienta, llena de arrugas, apenas le quedaban cabellos en su cabezota. Sus ojos eran rasgados, como el resto de la gente de allí- acéptalo y tu castigo sera menos severo.
-Jamas e mirado a su hija con otras intenciones que servirla-dije, manteniendo una mirada desafiante, me podría haber matado solo por aquello, pero el amo no era una de esas personas que se contentaba con la muerte, le gustaba ver más sufrir que aquello. 
-Paga con las consecuencias- gruño.
Como si hubiera tocado una campanilla, dos criados como yo, me agarraron por los hombros y me arrastraron. En el centro del jardín, había un banco de piedra que el amo había mandado a  construir cuando aun era joven, para disfrutar del lugar con esposa, hasta que ella murió y era utilizado como castigo. Me obligaron a quitarme la parte superior del yukata, me recostaron en el banco y agarraron mis hombros para que me mantuviera inmóvil sobre la fría piedra.  
-Esto te va a doler- dijo uno de mis captores.
El amo se acerco a nosotros, con  un látigo en sus manos. Trague saliva. Pegue mi mejilla a la piedra, estaba fría, aquello no me tranquilizaba para nada. Podía escuchar sus pasos, sus ropas siendo arrastradas por la hierba. No intente escapar, ni removerme, aquello hubiera significado que era culpable.
-Te doy una ultima oportunidad- dijo- acéptalo y tu castigo sera peor.
-Amo-dije- jamas e mirado a su hija con esas intenciones.
Apenas me dejo terminar la frase. El látigo ascendió por encima de su cabeza, y seguidamente, bajo hacía mi espalda. Un escozor me recorrió la espalda, como si me hubieran quemado, me mordí el labio inferior para no gritar. Volvió a alzar el látigo y lo aplaco en mi espalda. No grite aquella vez, ni la segunda, ni si quiera la tercera, y tras diez latigazos tampoco lo hice. Simplemente notaba la sangre en mi boca por haberme mordido el labio con demasiada fuerza. Tras veinte latigazos, estaba semiconsciente. Todo parecía borroso, con neblina, mis labios ya no tenían fuerza ni para intentar gritar, ya no me resistía, simplemente estaba sobre la piedra, tirado como un perro.Golpeo de nuevo mi espalda, como si me pusieran hierro ardiendo, pero ya había perdido parte de la sensibilidad.
-Espero que hayas aprendido la lección- escupió sus palabras, aunque yo apenas las escuchaba, el dolor nublaba todo- Y ahora sigue trabajando.
Me levante con cuidado, aunque tenía toda la piel de la espalda arrancada literalmente. Me ate mejor el yukata lo mejor que pude. Sentía como si me hubieran arrancado todas las fuerzas, como si hubiera estado trabajando durante años sin un misero descanso. Intente andar, pero caí apenas dar dos pasos. La sangre recorría mi espalda como si de agua se tratase surgiendo de una montaña. Dolía. En apenas unos segundos acabe inconsciente.   
***
No volví a tener contacto con ella hasta meses después. Evito mirarme por encima de todo. Remordimientos o cualquier otra cosa. No lo sabía. Pero me dolía. Me recupere de mis heridas con lentitud, y las cicatrices serian como un recordatorio permanente. Eran como una marca de fuego sobre mi espalda. No me volví a acercar más a ella hasta aquel día. Había pasado un año desde que llego. El amo nos pidió a mi y a un par de criados en una de las salas, con ella. Llevaba simplemente una bata y parecía muy asustada. Su cabello estaba recogido en un moño simple, nada comparable a lo que solía llevar Junto con el amo había un hombre que jamas había visto. Era mayor, muy mayor, arrugado, con piel blanquecina y pelo blanco, enfrente de él, había un rollo de tela, cubierto de agujas y botes con distintos colores. Me temía lo peor. No era la primera vez que veía a aquel hombre.
-Seiseki- dijo el amo, aquel nombre se lo había dado por sus ojos y su cabello- quítate la ropa.
Se levanto, estaba temblando, se dio la vuelta y se desabrocho la bata, y la dejo caer al suelo. Únicamente llevaba un fundoshi. Mis ojos se abrieron como platos. Mire su espalda, era perfecta, piel perlada, blanca. Baje la mirada y no pude detener mi vista. La desvié al suelo, y tuve que tapar mi erección. En aquel momento me era imposible controlar mi cuerpo, mi corazón latía en mi pecho con velocidad y en mis oídos. Mis mejillas ardían. Mi cabello cubría la mayoría de mi cara, ya que lo llevaba suelto. De reojo pude ver como se acostaba, el hombre viejo se acerco con aquel rollo lleno de agujas. En su cuerpo pinto un dragón oriental, su cabeza estaba en el omóplato derecho y descendía hasta su muslo. Aquella era la marca del clan del amo, pretendía marcarla como de su propiedad. El dibujo era precioso, muy detallado, pero no valía la pena.
-Sujetadla-dijo el amo.
Había conseguido relajarme al no mirarla. Me levante con cuidado al igual que el resto de los criados que habíamos ido, nos arrodillamos a su lado, yo le sujete contra el suelo. Su piel era suave, perfecta. El hombre se lamió los labios y pude ver la expresión en su rostro. Sentí asco, de mi mismo, yo también debía de haber tenido aquella expresión en el rostro hacía un momento. Me avergonzaba de mi mismo. Mojo una de las agujas y comenzó con el tatuaje.
Al principio parecía soportar el dolor, solo apretaba los dientes. Empezó a moverse, pero a la fuerza conseguimos mantenerla quieta. Gemía de dolor, incluso llego a llorar. El amo ni se inmutaba, incluso sonreía. Mi corazón simplemente estaba encogido. Se revolvía entre mis manos. Era como tener un pájaro enjaulado, sufría al estar enjaulado, pero si volaba lejos moriría. Seisiki se encontraba en una situación similar. Si dejaba aquella casa, acabaría convirtiéndose en una prostituta,  y su belleza se apagaría con el tiempo.
Acabo el tatuaje cuando ya no le quedaban fuerzas ni para llorar. Se encogió sobre si misma. y no dijo nada.
***
Paso días enteros dolorida. No salía de sus aposentos y debían de llevarle la comida, pero solo podían entrar mujeres. Pase días enteros sin verla, aunque eso no detuvo mis sueños. Después de verla casi desnuda, se podría decir, que venía a visitarme en sueños. Por culpa de aquello debía de lavar mi viejo futon a diario. No era una experiencia agradable. Los demás hombre me miraban y murmuraban,  sus risas por lo bajo me molestaban, así que lo único que me quedaba era ignorarlos.
Trabajaba día a día y solo podía pensar en ella. Mis pensamientos iban y venían. 
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Nota: Seisiki. 青赤 (ROJO-AZUL)
Nota: Fundoshi: es una pieza grande de tela que se anuda al cuerpo para formar una especie de calzoncillo o tanga que deja las nalgas al descubierto. Hasta antes de la Segunda Guerra Mundial, el fundoshi fue la prenda de ropa interior para hombres más usada en Japón, sin embargo, rápidamente quedó fuera de uso después de la guerra, con la llegada de la nueva ropa interior al mercado japonés, como las trusas y los boxers.
Hoy en día se sigue usando entre luchadores de sumo, como traje de baño y como prenda para estar en casa.
Hay muchos tipos de fundoshi: el Rokushaku, el Kuroneko, el Mokko y el Etchū. (Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Fundoshi)


Urtear (Para foro rol)


sábado, 11 de enero de 2014

Preguntaaaaa.

Me gustaría hablar con la gente que ve mi blog, ya que nadie comenta ¬¬". Me gustaría saber que os gusta o os disgusta sobre mi blog. Pensaba en hacer una especie de quedada en el chatbox del blog. Hablad por allí y yo lo mirare en cuanto pueda o dejadme un comentario. Si no todo seguirá igual.

Nueva pagina abierta.

Nueva pagina abierta :) espero sus comentarios.

lunes, 6 de enero de 2014

Pensamiento. "Nuevo"

Mirar hacía atrás solo me hacía más daño, pensar, en que habría pasado si hubiera hecho justo lo contrario, si no lo hubiera rechazado, si hubiese dicho que si, si no le hubiese roto el corazón. Sintiéndome la mala de la película. Como si hubiera hecho algo malo.