domingo, 14 de octubre de 2012

Torre de dios. Piso 2: El infierno de Evankhell Prueba: ¿? Guardían ¿?


Piso 2: El infierno de Evankhell Prueba: ¿? Guardían ¿?


La brisa fresca le acaricio la piel, haciendo que se le pusiera de gallina. Disfruto al máximo de aquella sensación, en el orfanato era extraño, al vivir en una isla tropical, era extraño sentir que la piel se te pusiera de gallina. Normalmente en aquella época era algo anormal, incluso una brisa, siempre aire caliente. Recordó que en aquella época del año, siempre había lluvias torrenciales.
<< ¿Qué extraño?>> pensó.
Acaricio lentamente la tierra, pero solo rozo hierba. Aquello era algo raro incluso para donde vivía. Lentamente fue abriendo los ojos, le costó bastante hacerlo porque, le parecía como si los tuviera cosidos. Azul. Fue lo primero que vio, un cielo azul, más limpio sin ninguna nube, que había visto en toda su vida. Parpadeo varias veces porque no podía creérselo, seguro que a los demás niños les gustaría verlo.
Se levanto lentamente, tenía un dolor punzante en la espalda, más concretamente entre la zona de en medio de los omoplatos. Se la palpo varias veces, mordiéndose la lengua. De golpe, todos los recuerdos volvieron a su cabeza, en un torrente de imágenes algo difusas. El dolor en el pecho que había sentido tras descubrir la muerte de Jem, volvió lentamente, también recordó que había forzado la entrada a la torre de dios, se había enfrentado contra una anguila gigante para poder ascender al siguiente piso. Sollozo en silenció, mientras buscaba imágenes junto a Jem. Tras cuatro años de ausencia, su cara se había vuelto algo difusa, apenas era capaz de recordar sus delicadas manos. Lo único que conseguía recordar con exactitud, eran sus ojos plateados como la luna.
Se seco las lágrimas, con las manos con rapidez, se alzó con de un bote intentando pensar en otra cosa. Observo el lugar con más atención, estaba en un prado verde, en el que solo había hierba verde, y un par de piedras aquí y haya. No tenía nada de especial, si no fuera porque estaban dentro de un edificio, el cielo era como el que observaba desde su isla. Aquello era lo más raro que le había sucedido.
-Hola a todos - dijo una voz desde todos los rincones del prado- Miembros reguladores que han entrado a la torre. Este es el segundo y les doy la bienvenida piso Evankhell. Este piso es también llamado piso de pruebas, la razón es porque, aquí es donde se les consideras si son dignos de escalar la torre. Bueno dejando los detalles a un lado ¿Qué tal si hacemos una simple prueba? También obtendrán un buen ejercicio de calentamiento. La primera prueba es simpe, comenzare anunciando las pruebas, así que escuchen atentamente. ¡Las siguientes son las reglas para la prueba! El número de miembros de reguladores en esta prueba es de 400. Todo lo que tienen que hacer es que disminuya a 200, ¿Método? Cualquiera vale. En el momento en que disminuyan a 200, la prueba habrá acabado. Así todos hagan lo mejor que puedan.
La voz se acabó. Zoe sintió que un escalofrío le recorría la espalda.
-Así que esto la torre de dios…-murmuro para sí- ¿Cómo lo hiciste Jem?
Respiro hondo y corrió para buscar a su primera victima, si quería averiguar como había muerto su amigo, debía pasar aquella prueba, aunque tuviera que matar a cualquiera que se le metiera por en me dio.
Algo la rozo, era un objeto que parecía cortar el aire. Le pasó por el hombro pero apenas la toco, sintió un corte en el hombro. Se dio la vuelta con rapidez,  dos metros de ella, había plantado una persona, tapada con un turbante de pies a cabeza. Zoe se palpo el hombro con gesto de dolor, mordiéndose el labio para no llorar. Su mano se había vuelto roja en menos de un minuto.
Su agresor, saco de entre sus ropas otro pequeño cuchillo bien afilado. Zoe se concentro, necesitaba concentrar su haki, para poder leer la mente, así sabría que movimiento sería el siguiente. El siguiente fue dirigido a su otro brazo, pretendía deshabilitar sus brazos para que no pudiera atacar, y así sería más fácil de asesinar. Esta vez consiguió esquivarlo, pero por los pelos, casi le rozo el brazo.
Zoe se puso defensiva, necesitaba matarlo con su nueva habilidad que había adquirido con haki, tras atacar a la anguila blanca. Su agresor volvió a sacar un cuchillo de entre sus ropas, pero esta vez, Zoe fue más rápida que él. Antes de que pudiera lanzarlo, se acercó a él con rapidez y le dio una patada en la mano, haciendo que su arma se escapara de sus manos. Este exclamo de sorpresa. La muchacha sonrío con picardía, mientras su atacante la miraba sorprendido.
Antes de que pudiera sacar otro cuchillo, le dio una patada en el estómago. Zoe era capaz de leer todos sus movimientos gracias a sus pensamientos, La muchacha acepto que era un gran estratega, pero no le serviría mucho contra su dominio del haki. Apoyo su mano en la cabeza del hombre, esperando a que explotara como en las veces anteriores, pero esta vez no ocurrió.
-Maldita sea…- murmuro Zoe.
Como alma que lleva el diablo, la muchacha salió corriendo de allí, mientras escuchaba maldecir al hombre que le había atacado. Se escondió detrás de una roca, antes de que pudiera atacarle de nuevo, necesitaba una estrategia rápida. Aquello no se iba arreglar simplemente como en las peleas del orfanato, necesitaba ponerse sería. Entonces recordó que jamás había luchado seriamente con nadie, solamente con los demás niños del orfanato. En cielo de golpe, apareció un a rayo de luz que ilumino todo el área.
La vista de Zoe se nublo durante unos instantes. Cuando los volvió abrir su atacante había desaparecido.
-Has tenido suerte- dijo una voz tranquilizadora cerca de ella.
Zoe se dio la vuelta con rapidez. Ante ella había una muchacha de ojos grandes y añiles, con una veta de color azul, su pelo parecía recién salido de la peluquería, perfectamente liso, y con un flequillo recto. Vestía con un vestid blanco muy fino, que parecía flotar a su alrededor.
-Muchas gracias…- carraspeo Zoe- mi nombre es Zoila Ishida, pero me puedes llamara Zoe.
-El mio es Utau Hoshina.- dijo sin cambiar la expresión de su cara- y soy la que va a matarte.
-Tu lo has querido- dijo Zoe poniéndose en una posición defensiva- te acordaras de esta.
Aunque no pudiera hacer que su haki la hiciera explotar, podía golpearla gracias a su tipo de haki, que se solía utilizar contra los usuarios de frutas del diablo.
-Inventario de armas visible- dijo Utau, a su lado apareció un fina lamina, que flotaba en el aire, donde había tres armas puestas en ella, la muchacha alcanzo una espada, entre las que habían- podías haber tenido una muerte placida, pero tu lo has querido.
Zoe apenas tuvo tiempo de pensar en cual sería su siguiente movimiento, porque ni si quiera se había esperado que sacara un arma. Se abalanzó hacía ella como un ave rapaz en busca de su presa, Zoe esquivo la espada por los pelos. La cara de Utau, no había cambiado, seguía manteniendo una fría serenidad, que no parecía nada normal. Zoe concentro su haki en su mano, y le dio un puñetazo en las costillas. La cara de Utau cambio durante un instante, a una mascaras de dolor, seguida de una furia asesina. En su espalda aparecieron dos alas blancas, del color de las nubes. Zoe no le impresiono mucho aquello, había vivido en un lugar durante toda su vida, que ocurrían cosas mas raras que un par de alas en la espalda. En su mano comenzó a concentrarse una luz blanca, seguramente pretendía hacerle lo mismo que a su anterior atacante.
Zoe no espero a que atacar y se lanzo contra ella, concentrándose su haki de nuevo en la palma de su mano, pretendía romperle varias costillas, antes de que pudiera atacarla. De la mano de Utau, apareció un rayo blanco, que le habría dado de pleno, si no hubiera sido por que se desvió en cuanto vio aparecer el rayo. Le rozo el hombro, justo donde le que había dado el cuchillo.
Cayó al suelo  de espaldas, intentando no gritar de dolor, mordiéndose el labio inferior, haciéndolo casi sangrar. Sentía como si un fuego abrasador le hubiera rozado el hombro, varias veces se había quemado mientras vivía en el orfanato, pero no se igualaba aquel dolor. Es como si lo hubieran multiplicado por diez. Se levanto lentamente intentando no aparentar dolor, pero las piernas le temblaban como la gelatina y le era imposible mantenerse en pie.
Utau sonrió por primera vez, desde que habían encontrado. Pero enseguida su rostro se volvió impasible, como las estatuas.
-Ahora reconoces nuestra diferencia de poder- dijo con tranquilidad- no te daré una muerte rápida.
Utau se abalanzó de nuevo contra Zoe, esta tuvo que activar su haki de nuevo para poder esquivarlo, y leer sus movimientos, pero le era muy difícil hacerlo, el dolor nublaba su vista por completo. Pero aun le quedaba una última oportunidad de sobrevivir. Concentro haki en la mano mientras esquivaba los golpes de Utau gracias a su haki. Varios minutos después, su mano se volvió negra como el carbón. A pesar del dolor sonrió maliciosamente. Agarro con su mano negra la espada de Utau y la lanzo lo mas lejos posible, ni si quiera le había hecho un corte a pesar de haberla agarrado por el afilado filo, después la golpe en el estomago.
Utau no se lo esperaba, su cara se transformo en un gesto de sorpresa. Rápidamente, las dos muchachas se alejaron de  oponente. La herida del hombro de Zoe, la hacía perder la concentración sobre su haki, y Utau sentía como si le hubieran roto varias costillas de golpe. Las dos muchachas se analizaron mutuamente durante un rato hasta que:
-¡Deténganse! La primera parte de la prueba ha terminado. Todos los regulares restantes. Dejen lo que estaba haciendo y escúchenme. Cualquiera que este peleando fuera del tiempo designado, será descalificado. Las 200 personas que pasaron la siguiente ronda. Felicidades, vamos a comenzar la siguiente ronda. Hagan un amigo, de los doscientos regulares, deberán escoger a dos personas para forma un grupo. Osea deberán hacer grupo de tres en cinco minutos o serán descalificados, en cuanto acabe el tiempo. Deberán estar en contacto físico cuando acabe el tiempo.
Zoe y Utau se quedaron paralizadas durante unos instantes. Primero las obligan a matarse entre ellos y después tiene que hacer un grupo de tres personas.
-Que tal si hacemos una tregua por ahora- dijo Utau con tranquilidad.
-Me parece bien- dijo Zoe dándose la mano con Utau.
-¿Puedo unirme a su equipo?- pregunto una voz débilmente.
A escasos metros de ella había una muchacha de cabello blanco y largo y ojos rojizos. En su cara no había nada maligno. Sonreía alegremente.
-Por mi bien- dijo Zoe.
Las tres muchachas esperaron agarradas de las manos, hasta que los cinco minutos acabaron y fueron telenstrasportadas de allí.

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