lunes, 1 de octubre de 2012

Memorias de Idhun IV: Profecías. Capitulo 16: Reencuentro..


Dolor, su mente se nublaba ante aquella sensación, que le corroía el cuerpo de pies a cabeza y no podía escapar de ella. No podía dejar de pensar en ello. No había ni un solo momento de descanso, era continuo y cada vez más doloroso, sentía como si le devorasen cada parte de su cuerpo una y otra vez. Podía escuchar el mundo a su alrededor, pero en ese momento no le importaba todo aquello, era como estar en la cárcel, vives, pero eres ajeno a todo lo que pasa fuera de ella.
Podía escuchar a personas hablar sobre él, moverse a su alrededor, de vez en cuando, le tomaban el pulso seguramente para saber que era estable, incluso en varios ocasiones, pudo oler una fragancia extraña, pero muy similar a la lavanda. Pero la mayoría de las veces estaba solo, y perdido en su dolor.
A poco a poco, el dolor fue remitiendo, aunque muy lentamente, cuando pudo darse cuenta, ya podía moverse sintiendo solo leves pinchazos.
Cuando abrió los ojos, estaba amaneciendo. EL dolor ya había abandonado su cuerpo por completo, se sintió con fuerzas para moverse, más que nunca. Abrió lentamente los ojos, los notaba cosidos, pero eso no le interrumpió. Estaba en una habitación de paredes claras, de un tono violeta. Pero lo que más le impresiono fue que no tuvieran esquinas, eran completamente redondas.
Aunque ya no sintiera dolor, se sentía cansado, notaba sus extremidades entumecidas. Se levanto lentamente y se quedo sentado. Noto un peso en su cuello que antes no estaba ahí, era un colgante, formado por dos gemas unidas como en una lagrima, una azul como el hielo y la otra roja como el fuego, unida a su cuello por una cadena de oro. Lo toco algo extrañado, aquel colgante le daba una sensación extraña.
-Veo que por fin te has despertado- dijo una voz desde la puerta.
Le dio un respingo, pero enseguida se relajo. Apoyada en el marco de la puerta, estaba la madre de Eva, Victoria. Se acercó lentamente a su cama, mientras Aiden la observaba nervioso.
-¿Qué hace usted aquí?- dijo extrañado.
Victoria sonrió dulcemente y se sentó a lo pies de la cama.
-Eso es una larga historia-dijo mirando a Aiden algo cansada- pero tenemos tiempo.

Amanecía. Vio como los tres soles desterraban a la noche, las lunas desaparecían junto con el manto de estrellas. Había observado a la noche, cuando debía de haber estando dormida. Desde la ventana de su cuarto.
Apenas había dormido en las noches anteriores, se notaba inquieta y Eva no sabía exactamente porque era. En su muñeca aun llevaba su reloj con la hora de Madrid, y apenas había descansado más de dos o tres horas seguidas y aquello estaba haciendo mella en ella, le costaba bastante concentrarse en los ejercicios que le ponían, incluso Uk-Sun se había dado cuenta.
Habían pasado varios días desde que sus padres y su hermano habían sido a buscar a Aiden y aun no habían vuelto, pero lo peor es que no tenía noticias suyas. Pensaba que su padre le enviaría un mensaje telepático o algo por el estilo, pero seguía sin saber nada de ellos. 
Notaba algo pesado en el estomago, una sensación extraña, temía que algo se acercaba. Se levanto del lecho y se dirigió a la ventana, la piel se le erizo, cuando noto la brisa marina entrar por ella, y rozar su piel. Se abrazó a si misma, preocupada, por su familia y Aiden, pero sobre todo por el muchacho. En su mente, podía ver sus ojos grises mirando los suyos, suspiro recordándolos. Los extrañaba más que nada.
Suspiro borrando la imagen de Aiden de su mente. Se vistió con las ropas de los aprendices y salió al pasillo. Como llevaba ocurriendo los días anteriores, Uk-Sun  la esperaba sentada en el suelo, con unas ojeras que hacían notar que no había dormido absolutamente en nada, al igual que ella.
-¿Tampoco has dormido?- pregunto Uk-Sun a Eva.
-Nada- suspiro la muchacha cansada.
-¿Tu también tienes esa sensación verdad?- dijo en un murmullo mientras se levantaba.
-Si- dijo en un susurro Eva mientras atravesaban el pasillo.
-Es como si volviera algo que he añorado durante años- dijo Uk-Sun nerviosa- pero por otra parte no me gusta nada- gimió.
-Quien sabe- dijo Eva sonriendo amargamente- puede que algún día lo sepamos.
La hechicera le devolvió la sonrisa. Las dos habían entablado amistad. Era la primera vez que Eva tenía una amiga de verdad, que no se metiera con ella o la quisiese solo por algo que ella tuviese. Nunca lo supo, pero antes de Uk-Sun, jamás había encontrado a nadie que la tratase como ella, ahora sabía como se sentía y le gustaba. Una sensación amarga le lleno por dentro, no sabría si volvería a ver de nuevo el mundo donde había crecido.
-¿Qué ejercicio tienes preparado hoy para mí?- pregunto Eva intentando desterrar aquel sentimiento de amargura.
-Bueno, como Kimara aun no ha vuelto y no queremos que Qayder se enterré de tu habilidad, había pensado en empezar con un hechizo simple- dijo alegrándose un poco- ¿Qué te parece?
-¿En serio?-sonrió Eva.
-Creo que ya estas preparada- dijo sonriéndole sinceramente.
Juntas atravesaron el pasillo hasta llegar a las escaleras que descendían hasta las cocinas, donde solían desayunar las dos juntas desde que había llegado, eran las primeras en desayunar y solían estar a solas, ya que ninguna de las dos dormía apenas durante las noches. De golpe, Uk-Sun se quedo parada de golpe, con la cara lívida, blanca como la nieve.
-¿Pasa algo?- dijo Eva asustada.
-Mira- dijo señalando al cielo asustada.
Al principio Eva no vio a lo que se refería, porque era apenas un punto en el cielo. Un escalofrió le recorrió la espalda con solo verlo. Era un shek, tal y como lo había visto aquel día que habían secuestrado a Aiden,  tenía algo que le hacía sentir añoranza, pero por otro lado tenía miedo. La serpiente no estaba sola, un pájaro de fuego, del tamaño de un águila, sus colores eran los de los tres soles, brillantes de tonos metálicos.
Las dos extrañas criaturas luchaban entre si. El shek estrujaba entre sus anillas al pájaro de fuego, pero no parecía estar haciéndole ningún daño, el shek intentaba detenerlo, pero la criatura de fuego, no se resistía. Simplemente ardía como un sol.
-Ven sígueme- dijo Uk-Sun guiándola hasta el jardín de la torre.
Salieron al exterior. Las dos criaturas seguían peleando entre si, el shek gritaba de dolor, el fénix le quemaba a cada roce de su cuerpo que sufría. Tras varios minutos, el shek dejo de batir las fibrosas alas, y como si de un meteorito se tratase, cayo al suelo, llevándose consigo al pájaro de fuego.
Se estrellaron en los jardines de la torre. Antes de que ninguna de las dos dijese algo, corrieron al lugar donde estaba el shek y el pájaro de fuego. Eva podía notar su corazón latir en su pecho, tenía un leve sospechosa de quien podría ser el shek, pero no las tenía todas consigo. Corrieron atravesando la arboleda. Mientras se fueron acercando al lugar, encontraron arboles quemados, como si hubiera habido una explosión.
Tras varios minutos caminando, encontraron el lugar donde había caído el shek. Los arboles se habían carbonizado por completo, dejando todo feo y como si allí jamás hubiera crecido una mísera planta, en el centro de toda aquella destrucción, estaba el shek, quemado en varias partes de su cuerpo, gimiendo con fuerza, a su lado, había una muchacha.
Su cabello era blanco como la luna, su piel era como la nieve. Su rostro era tapado por su cabello blanco.  Vestía con ropas blancas muy delicadas. No quedaba rastro del pájaro de fuego, pero si de sus llamas doradas, que lo consumían todo aquí y allá.
-Kirtash no eres rival para mí- dijo con voz cantarina- eres poderoso, pero aun te falta mucho para igualarme.
-¡PAPA!-grito Eva con lágrimas en los ojos.
-¿Papa?- pregunto Uk-Sun confusa.
El shek levanto levemente su cabeza y gimió.
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-Así que tú eres la pequeña Lune- dijo la muchacha de cabello volviéndose por primera, y mostrando su rostro, delicado como una pluma, sus ojos eran blancos como una hoja de papel sin utilizar- tú serás la siguiente.
El shek abrió los ojos de golpe, y se alzó lentamente, le mostro sus colmillos repletos de veneno. La muchacha del cabello blanco chasqueo la lengua cabreada.
-¿Es que no sabes darte por vencido?- suspiro, su mano derecha se prendió con llamas doradas- Tu le lo has ganado.
-¡Basta!-grito Eva-¡Hare todo lo que quieras, pero déjalo!
-Lune no…- dijo Uk-Sun preocupada, pero Eva la miro llena de dolor, y la hizo callar de golpe.
-Hare todo lo que quieras- dijo con fuerza la muchacha Eva.
-Entonces hagamos un trato- dijo la muchacha apagando su llama- yo curo a tu querido padre y a ti- dijo sonriendo con malicia- te hare el mismo hechizo que le hice a tu hermano y a Aiden.

Aiden se sentía muy confuso, había escuchado toda la historia de Idhun. Victoria le observaba comprensiva, ella se había sentido igual, pero de eso hacía tantos años, suspiro al recordar sus primeros años en la resistencia, el primer encuentro con Cristian, quien iba a decirlo en aquel momento.
-¿Y que tengo que ver yo con todo en esto?-dijo asustado.
-Como yo lo fui un día, fue elegida por una profecía para luchar contra el séptimo, en ese momento estaba muy confusa como tú. Pero la profecía inmiscuía a gente a la que yo amaba, así que luche por ellos.
-¿Pero porqué yo?- dijo el muchacho.
-Por tus antepasado- dijo sonriendo comprensiva- hace mucho años, atravesó de la puerta, un shek huyo hacía nuestro mundo. Un dragón le siguió, pero lo que ninguno de los dos sabía era el sello que habían implantado los dioses.
>>Sus cuerpos desaparecieron, quedando solo su alma. Estas fueron a parar a bebes humanos. Seguramente ninguna de las dos jamás se cruzó, puede que ni si quiera despertaran sus esencias.  Fueron pasando seguramente los siglos, hasta que dos de sus descendientes se unieron, y naciste.
>>Estoy segura de que siempre has sido de salud enfermiza, jamás has podido hacer las cosas de otros chicos, jugar, correr, seguramente tus padre siempre han sido sobreprotectores. Era por tus esencias, la de un dragón y un shek, son incompatibles entre si. Eva posee la esencia de un shek y un unicornio, y Erik la de un dragón y un unicornio.
-¿Entonces ella es igual a mí?- dijo algo esperanzado
-Sí, por un lado sois parecidos, pero por otro completamente distintos.
Aiden se quedo en silencio durante un rato, todo lo que le había ocurrido hasta hora tenía sentido, y todo lo que había dicho, aunque aun le costaba asimilarlo todo. Entonces recordó aquel extraño collar.
-Sera mejor que no te lo quites nunca- dijo Victoria- ese collar estabiliza tus esencias, hubiera muerto si no hubiera sido por él. Tu corazón se paro durante varios minutos, nos diste un gran susto.
De golpe, el anillo de Victoria comenzó a brillar.
-Cristian…- murmuró la mujer asustada.
Salió del cuarto corriendo como una exhalación. Aiden se quedo sorprendido, salto de la cama y la siguió, escaleras abajo. Entraron a lo que Aiden le pareció una cocina, en ella estaban al que reconoció como el padre de Erik, y a un hombre de uno cuarenta años, hablaban un idioma que, sin saber porque, entendía a la perfección.
-¿Qué ocurre Victoria?-dijo Jack asustado.
-Cristian no ha conseguido detener a Ankaa y va a por Eva. Me acaba de enviar un mensaje telepático. Dice que no podrá pararla durante mucho más tiempo.
-Hemos tenido unos días de tranquilidad- dijo Jack algo cansado- sabíamos que antes o después iría a buscarla. Según por lo que nos has contado, tardara varias horas en prepararse, podemos volar hasta allí y puede que esta vez llegar a tiempo.
-Yo también voy- dijo Aiden- no permitiré que le haga lo mismo que me hizo a mí.
Jack se giro hacía el muchacho. Sus ojos grises poseían algo que no tenía antes, les resultaba extraño.
-Aun no estas completamente recuperado- dijo Victoria.
-Pero no puedo dejar que le pase algo malo- dijo el muchacho.
-¿La quieres verdad?- dijo interrumpiendo al muchacho, el solo asintió- entonces puedes venir.
Jack y Victoria recogieron sus armas y se las ajustaron a la espalda. Aiden se cambio de ropa, su estropeado uniforme escolar, por una ropa mas idhuanita. Antes de irse, se despidieron de Shail, Jack se transformo en un gran dragón dorado, los dos montaron sobre él y volaron hasta perderse en el horizonte.

-Lo hare- dijo con fuerza Eva.
La muchacha de los rasgos blancos sonrió con triunfo.
-Pero primero debo prepararlo todo- dijo.
Acto seguido, el suelo se ilumino con signos tan antiguos como el mismo Idhun. Eva trago saliva asustada, lo que había temido desde que llego a aquel mundo. Las sombras que formaban en su cara de la mujer de blanco la hacían aun más temible.
-Pero primero- dijo Eva intentando que su voz no temblara- cura a mi padre.
-Un trato es un trato- dijo la mujer.
Se acercó al herido shek, que siseaba a cada paso de la muchacha. Le puso la mano en su cabeza y sus llamas comenzaron a florecer de su mano. Eva exclamo asustada, pero está vez su fuego no quemo su escamosa piel. Las heridas fueron desapareciendo, como si fueran lamidas por las llamas. El shek intento levantarse, pero estaba demasiado débil y cayo inconsciente. Volvió a su forma humana. La muchacha del cabello blanco, se volvió hacía Eva, sus ojos blancos eran huecos, como si no hubiera nada allí.
Comenzó a caminar hacía la asustada muchacha, que intento retroceder, pero tropezó y cayo al suelo. Notaba el frio sudor descender por su espalda. Estaba muy asustada, como jamás lo había estado antes. Uk-Sun se entrometió entre las dos como una sombra.
-No dejare que la toques- dijo con seguridad-Kimara me dejo a su cuidado, no quiero perder su confianza ante ti.
-No pasa nada- dijo Eva pasando apartando a UK-Sun de allí- esto lo hago por mi padre, tranquila.
-Lune…- respondió en un susurro.
Eva le sonrió, intentando aparentar seguridad, aunque por dentro sentía más miedo de lo que había sentido antes. Se acercó a la muchacha de blanco, que sonreía triunfante. Eva respiro hondo y clavo sus ojos en ella, como dagas, pero está sonrió.
-Si te resistes- dijo con dulzura- será mucho peor para ti.
Poso su mano en su cara, y cerro sus ojos con fuerza. El dolor comenzó a recorrerla por dentro, su cabeza parecía estar siendo recorrida por millones de agujas que la atravesaban de punta a punto. Un grito de dolor surgió de su garganta. De golpe, el dolor paro, algo se abrió en su mente. Una puerta que estaba bien escondida en su mente.
Volvió a abrir los ojos, la muchacha de blanco sonreía triunfante. Cayó al suelo. Todo se volvió negro y perdió la consciencia.

Notaba que alguien la abrazaba, se sintió llena por dentro, era extraño, pero hacía días que no se sentía tan bien. Una pieza que faltaba dentro de ella había vuelto. Se removió en sueños y alguien le susurro unas palabras de tranquilidad. Lentamente fue volviendo a la consciencia, lo primero que vio fueron unos ojos grises que le eran fue familiares pero a la vez, muy distintos a los que ella recordaba.
Su vista estaba borrosa, pero consiguió distinguir unos rasgos muy delicados. Alzo la mano, y rozo aquel rostro levemente.
-Aiden…-gimió.
El muchacho no pudo resistirlo más y la estrecho entre sus brazos. Eva lo abrazo con fuerza no quería que escapase más, que se fuera lejos de allí. Las lágrimas florecieron de entre sus ojos. Lloro como una niña.
-Te he echado de menos- dijo Eva mirándolo de nuevo a los ojos.
-Yo también- dijo el muchacho.
Los dos se fundieron en un beso, que duro varios minutos. Mientras tanto, la triada los observaba algo más alejados. Su miradas estaban impasibles mientas observaban a los muchachos.

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