sábado, 29 de septiembre de 2012

Actualizacion Fan Fics

Bueno como habrán notado, he hecho ciertos cambios. A partir de ahora podrán leer mi fan fic Memorias de Idhun IV Profecías hasta el capitulo 10, mañana o en unos días subiré mas capitulos. Está historía también a sido publicada en Potterfics, así que no piensen que la he robado porque es mía.  Les dejo lso enlaces de los capitulos.



Memorias de Idhun IV: Profecias. Capitulo 10: No es lo que parece.


rik retuvo la estocada de su hermana, mientras esta respondía con una patada en el frontal. Salto hacía atrás con rapidez, pudo notar como Domivat vibraba de la alegría, mientras chocaba contra Haiass de nuevo, se podía notar la tensión en el aire del choque de las dos espadas. La espada de Erik atravesó la defensa de Eva, la muchacha interpuso a Haiass, entre ellos, la espada de hielo comenzó a brillar con fuerza, pero la fuerza de su hermano la supero.
Erik vio deslizarse a su hermana rápidamente, mientras la miraba sorprendido, estaba se colaba debajo de brazo, apenas tuvo tiempo para reaccionar al ataque, interpuso la espada entre los dos. Una y otra vez fuego y hielo se cruzaron.
Los dos hermanos podían notar sus respectivas espadas vibrando de euforia, hacía ya más de diecisiete años que no se cruzaban entre sí. Erik lanzo una estocada de frente, sabiendo que su hermana no sería capaz de resistir su fuerza, esta se deslizo rápidamente, esquivando a su hermano. Pero su hermano fue más listo y le puso la zancadilla. Eva tropezó y acabo de morros contra el suelo, su espada cayó al suelo y acabo a varios metros de ella, respiro exasperada, mientras Erik le ponía la espada de fuego en su cuello, incluso a unos milímetros podía notar como Domivat, quería atravesarle el cuello. La espada de fuego se ilumino.
Erik retiro la espada del cuello de su hermana, mientras se levantaba mal humorada. Él le ofreció la mano, pero prefirió levantarse por ella misma, ya era suficiente que la hubiera machacado de nuevo.
-Estas mejorando- dijo Erik mientras dejaba a Domivat a un lado de la sala.
Eva soltó una risa amarga mientras recogía a Haiass del suelo. Noto como la frialdad del metal le recorría el brazo izquierdo. Se mordió el labio mientras lo guardaba en su funda, cada vez era menos frio que sentía, pero también notaba como algo se alejaba de su esencia, al menos no notaba una descarga como le había ocurrido a Erik cuando la había tocado hacía un par de días. Eva no pudo reprimir una sonrisa cuando lo recordaba, aun podía escuchar su gritito resonar en sus oídos de nuevo. No pudo evitarlo y se le escapo una risita cruel, Erik sabía perfectamente de lo que reía y gruño.
-Creo que deberías utilizarlo más el báculo- dijo su hermano mientras se secaba el sudor con una toalla- se te da mucho mejor.
-Esa cosa me chupa toda la energía- dijo mientras bufaba- es mejor que luche con la espada, al menos puedo calentarme la mano con rapidez.
Salió de la sala de armas y se dirigió al aseo. Abrió el grifo, palpo el agua mientras se ponía más caliente con lentitud. Su mano había tomado un color violeta por el frio, hacía varios días que entrenaba con su hermano, después de lo ocurrido no podía fiarse ni un pelo de lo que podía ocurrir.
Ocurrió mientras volvía a casa después de acompañar a Aiden hasta la parada del autobús. Su estomago parecía haberse llenado de mariposas, mientras daba pequeños saltitos volviendo a casa. Fue apenas un reflejo. La luz de las farolas de su casa apenas lo alumbro durante unos escasos segundos. Un cuerpo alargado, parecido al de una serpiente se deslizaba por la arboleda. Necesitaba llegar a casa rápidamente. Comenzó a correr rápidamente. Escucho como algo se movía entre los árboles, el corazón le comenzó a ir a cien, aquella cosa era más rápida que ella, mucho más.
<< ¿Por qué huyes Eva?- se dijo una vocecita en su mente- Es tu aliada no tu enemiga>>
Ignoro aquella voz, mientras que las palabras se repetían en su mente una y otra. Abrió la verja de su casa, cerró lo más rápido posible. Un largo cuerpo se deslizo en la carretera. Eva reprimió un grito de sorpresa mientras se tapaba la cara. Pudo distinguir perfectamente unas alas membranosas en el ondulante cuerpo de la serpiente y en aquel momento supo perfectamente que era. Un shek. Sus ojos eran fríos como el hielo, pero detrás de aquello, poseían algo que le era familiar levemente, pero no supo donde encajarlos dentro de su círculo.
Instintivamente se tapo los ojos con las manos, escucho al shek sisear. Eva se espero a que atravesara la valla, pero no lo hizo al igual que el dragón escarlata, algo lo detenía, no podía entrar. Corrió rápidamente a su casa, entro y subió por las escaleras. Cuando entro en su habitación, no pudo reprimir el impulso y se asomo por la ventana. Se había esfumado como el polvo. Respiro hondo mientras se relajaba recogió su móvil de la mesita de noche y llamo a Aiden, necesitaba que le la relajara.
La mano de la muchacha comenzó a recuperar su color normal en unos minutos. Cerró el agua en cuanto comenzó a sentir que el agua le quemaba la piel. Se contemplo en el espejo del aseo. Sus ojos eran azules como el cielo, muy brillantes, y como le decía su madre muchas veces, sus ojos eran demasiado grandes para su cara, su piel era aceitunada, al contrario que la de sus padres, Victoria solía decir que se parecía mucho que aquel tono tan oscuro lo había heredado de su familia materna, su pelo era castaño, se lo solía cortar por los hombros, no le gustaba largo le molestaba mucho.
Se seco la cara con la toalla, y miro su reloj. Eran casi las sietes de la mañana, su madre estaría a punto de tocarle la puerta para ir a clase. Se había reconciliado con su hermano después de cantarle todo lo ocurrido. El la había abrazado y le había tranquilizado mucho. Entrenaban todas las mañanas de seis a siete y por las noche antes de acostarse. Victoria pensaba que por fin se habían cansado de ver programas raros en la tele por la noche,  se habían tomado en serio lo de descansar lo suficiente por las noches.
Los primeros días apenas podía levantar la espada del suelo, Erik se había reído de ella durante horas mientras intentaba levantarla del suelo o directamente la arrastraba. El muchacho había dado clases de esgrima durante dos años, pero lo había dejado para poder dar clases de pintura. Victoria tenía razón, Erik tenía un gran don que quería aprovechar al máximo, al contrario de ella que no poseía ningún don. Su padre le había intentado enseñar a cantar hacía años, fue un fracaso total, desafinaba cada dos por tres y al final había desistido por completo.
Miro de nuevo el reloj, tenían el tiempo justo para ir a la biblioteca y volver a casa. Cuando llego a la sala, su hermano ya la esperaba allí para irse. Erik apoyo la mano en la franja de luz que se ilumino levemente, alma lo llevo de nuevo a la tierra. Eva repitió el proceso que hizo su hermano. Noto como alma la llenaba por dentro, buscando la poca magia que residía en ella, cerró los ojos para disfrutar de la sensación. Cuando los volvió abrir, estaba acostada en su cama. Al instante escucho toques a la puerta.
-Eva levántate ya es la hora.
La muchacha se levanto de la cama cansada, salió al pasillo y fue al baño. Se dio una ducha rápida y se vistió con el uniforme de la escuela. Cuando bajo a desayunar, era la primera en llegar, excepto por su padre. Christian ponía en marcha la cafetera mientras se tomaba un vaso de zumo, a Eva le hubiera gustado saber a qué hora se levantaba, porque siempre estaba despierto. La muchacha despejo su mente en cuanto entro a la sala, había estado practicando, tenía una intuición de que debía hacerlo ante él.
-Buenos días- dijo Christian.
- Buenos días- le respondió.
La muchacha se puso un vaso de leche con cacao. Le encantaba tomárselo calentito por las mañanas. También se preparo unas tostadas, mientras se lo tomaba rápidamente. Erik entro en la cocina y saludo con una especie de gruñido, era el que peor llevaba levantarse a las seis de las mañanas de los dos. Detrás de Erik entro Jack y Victoria. Todos se sentaron a la mesa a desayunar. Jack y Christian comenzaron hablar entre ellos en un idioma que no era el castellano y que no le sonaba a ninguno de los dos hermanos ni por asomo. Victoria les escuchaba, pero parecía no querer participar en la conversación.
Erik se sentaba en frente de su hermana, los dos hermanos se miraban de reojo de vez en cuando, mientras observaban la cara que ponía Jack a cada palabra de Christian, al contrario que el, se mantenía impasible.
-No- salto de golpe Victoria interrumpiendo la conversación entre Jack y Christian- no pienso dejar que eso ocurra, no pienso llevarles.
-Solo os he relatado lo que me han contado- dijo Christian - no he dicho nada.
La mujer salió exasperada de la cocina, mientras los dos hermanos la miraban extrañados, no solía perder los nervios con facilidad.
-Yo hablare con ella- dijo Christian mientras la seguía.
Desde la cocina se podía escuchar la discusión entre los dos desde el pasillo. Jack se mantuvo impasible. Mientras Eva y Erik escuchaban extrañados, jamás la habían oído hablar así. Hablaban otra vez en aquel idioma extraño que no conocía ninguno de los dos.
-Sera mejor que os deis prisa o llegareis tarde a clase- dijo mientras se levantaba de la mesa.
Cuando salieron al pasillo, Victoria y Christian se habían retirado a discutir al comedor, pero seguían escuchándoles. Cada hermano subió a su habitación recogió su mochila y salieron a la calle. Eva tenía miedo al salir a la calle y entre todos los arboles no se sentía segura, se mantenía varios pasos por detrás de su hermano, así se sentía más segura.
-¿Vas ir al baile de primavera con tu amigo?- le pregunto Erik mientras se sentaban a esperar.
Eva bufo exasperada y su hermano sonrió. Cada año, en su instituto hacían un baile de primavera, para celebrar la llegada del buen tiempo. Ella nunca había asistido a ninguno porque nadie se lo había pedido, se quedaba en casa mal humorada y nadie se le podía acercar durante toda la noche, había pensado en ir con Aiden, pero el muchacho no se lo había pedido, ni si quiera lo había nombrado y lo que más rabia le daba es que tres o cuatro chicas por día se lo pedían y él lo único que decía es que se lo pensaría.
-Deberías pedírselo tu- dijo Erik- ese chico es un poco tímido.
-Aunque se lo pidiera me daría largas- dijo Eva suspirando- seguramente ni si quiera se habrá planteado en ir.
En ese momento apareció el autobús de la escuela. Eva subió lo más rápido posible. El autobús estaba completamente a solas, eran los primeros en subir, a las sietes y media. La muchacha se sentó en los asientos más cercanos a la segunda salida, Aiden subiría en la siguiente parada. Si él no se decidía lo haría ella. Diez minutos después el autobús se paro y subieron más alumnos al autobús entre ellos Aiden. El muchacho la busco con la mirada entre la gente, cuando la encontró, una sonrisa ilumino su cara mientras atravesaba el pasillo y se sentaba a su lado.
-Buenos días Eva- dijo Aiden sonriendo- ¿ya estas más tranquila?
-Si aunque aun estoy un poco nerviosa.
Un silenció incomodo se adueño de los dos, cada uno miro para cada lado. Eva recordó las palabras de Erik
Respiro hondo y conto hacía tras tres, dos, uno y…
-Eva no voy a poder ir al baile contigo- dijo repentinamente.
-¿Por qué no?
-Mis padres no me dejan ir- dijo Aiden.
Las lágrimas comenzaron a fluir de los ojos de la muchacha, se giro para que no la viera llorar.
-Por favor no llores por mi culpa- le dijo el muchacho- me encantaría ir pero mis padres no me dejan ir.
Eva no le contesto, ni ahora ni en todo el viaje, se quedo callada contemplando el paisaje, los arboles fueron pasando dejando paso a la gran ciudad de Madrid. El autobús paro delante de la escuela.
 Eva salió antes de que Aiden pudiera decirle algo, tampoco entro en la escuela solo se perdió entre las calles de Madrid. Cuando le muchacho bajo del autobús Eva ya no estaba, la busco con la mirada, pero se había ido, debía buscarla.


-¿Así que esto es lo queda?- dijo la mujer.
Los restos de la torre de dracwen, después de una década habían sido cubiertos casi por completo por los arboles. Las hadas habían intentado tapar aquel lugar, pero pocos se adentraban, aun siendo el lugar más bonito de todo el bosque. La mujer podía notar la esencia del último unicornio en el ambiente mientras se adentraba en aquel lugar. Mientras atravesaba aquel lugar, se preguntaba muchas veces porque habría elegido aquel lugar tan lúgubre para vivir.
Le dio una patada a una de las rocas que una vez contuvo la torre de hechicería más poderosa de todas, y el lugar donde una vez estuvo el centro del imperio shek. Se adentro entre las ruinas, mientras la esencia del último unicornio se hacía mayor a cada paso.
Después de cinco minutos andando, la mujer llego hasta un claro, donde el suelo eran de losas negras, aquellos había sido la base de la torre. En su centro, había una figura de una mujer sentada en el suelo, tenía un pelo blanco brillante que brillaba con las luces de las tres lunas. Gran parte de su cabello tapaba su espalda y apenas se le veía por la fría noche.
-Ankaa- dijo la mujer.
-Shizuko- respondió Ankaa.
Ankaa se levanto del suelo, pero antes de darse la vuelta se tapo la cara con una capucha. Shizuko se acerco a ella lentamente.
-¿Quieres algo a cambio?- dijo la shek.
-Ya sabéis lo que tenéis que hacer- dijo mientras se acercaba a Shizuko- en cuanto le ponga los dedos en la frente, su esencia de shek despertara, junto con la otra, aunque podremos mantenerla a raya ¿Cuánto tardareis?
-Ya está en camino para su captura.

-Eva se que estas ahí sal- dijo Aiden mientras se adentraba entre los árboles.
Nadie respondió, el muchacho sabía que estaba allí perfectamente, lo sentía y lo notaba en el aire, cada vez que se acercaba ella nota como un calor en su pecho. Se adentro más en el bosque sin temer por no salir de allí. El calor en su pecho se hizo aun mayor.
 Pudo verla sentada entre las raíces de un arboles. Se agacho lentamente a su lado, cuando quiso abrazarla, esta le rechazo apartándose de su lado.
-Lo siento…- dijo únicamente.
-Tus palabras me han hecho mucho daño un simple lo siento no hará nada- dijo la muchacha fríamente- esta iba a ser la primera vez que iba a ir a ese estúpido baile de primavera.
Aiden la miro, sus ojos y sus mejillas estaban enrojecidos. Sus azules ojos como el cielo, eran fríos como el hielo, pero detrás de todo aquello se notaba tristeza en ellos. El muchacho no podía parar de mirarla, eran tan luminosos…
-Perdóname por favor ¿Pero no puedo hacer nada para recompensarte?- dijo el muchacho.
-Si que puedes…-dijo la muchacha.
Antes de que Aiden respondiera, Eva le beso con lujuria. Al principio sus labios se mantuvieron duros, pero enseguida se moldearon a los suyos.  El muchacho la estrecho entre sus brazos mientras Eva apoyaba sus manos en su pecho. Aquellos besos eran tan escasos, que los pocos que se daban eran muy lujuriosos. Las descargas de placer recorrieron el cuerpo de la muchacha, que se estremecía de puro placer con solo de pensarlo.
Las hojas secas del bosque, que descansaban en el suelo, comenzaron a romperse. Eva se puso alerta enseguida, observo los alrededores hasta encontrar el origen del ruido. Una figura de colores verdes se deslizaba por el suelo, la muchacha se quedo petrificada de golpe.
-¿Ocurre algo Eva?-pregunto el muchacho.
-Corre- dijo la muchacha- estamos rodeados por sheks.

Victoria daba vueltas a la habitación nerviosa, mientras que Christian parecía bastante nervioso mientras que con sus zapatos repiqueteaban en el suelo, algo anormal en su personalidad fría, Jack por el contrario mantenía los ojos cerrados en gesto pensativo, pero igualmente estaba preocupado. Erik se mantenía sentado al lado de Christian, se tapaba la cara con las manos, se notaba muy cansado.
Levanto la vista por decima vez aquella tarde, el reloj que el y Eva habían hecho a Victoria para el día de su cumpleaños estaba allí colgado, su manecilla mas grande marcaba las doce y la pequeña la de las siete, mirando aquel regalo se acordó de su hermanita pequeña.
<< ¿Dónde estas Eva?- se pregunto de nuevo>>
Eran las siete en punto, y su hermana debería de estar allí hacía ya dos horas. Se removió en su asiento en su asiento. El comedor estaba completamente en silencio, lo único que se escuchaban era el tic tac del reloj. Haya donde mirase habían recuerdos de su hermana, una foto juntos cuando Eva tenía seis años y el ocho. A su hermana le faltaban los dos dientes de delante, así parecía estar mellada. Encima de la mesa, un florero que había hecho en una excursión de la escuela, hecho de cerámica y pintado de blanco
En su estomago sentía como una mano se las retorciera, se había sentido así cuando se perdió en el mercado hacía un par de años, pero aquello era mucho peor de lo que recordaba.
La puerta de la entrada de la casa se abrió. Todos se levantaron de un salto y fueron directos al recibidor. Victoria no pudo reprimir un grito de alegría mientras se lanzaba a los brazos de su hija menor. Eva estaba llena de rasguños, y cojeaba del pie izquierdo, Erik no podía dejar de mirar sus ojos. Siempre eran soñadores, llenos de alegría, ahora parecían ausentes. Victoria la estrecho entre sus brazos mientras sollozaba, pero ella no le devolvió el abrazo, solo se quedo allí plantada como si de un muñeco se tratase.
-¿Te ocurre algo cariño?- dijo la mujer.
-Se lo han llevado- dijo Eva débilmente- los sheks se lo han llevado.
-¿A quien?- pregunto Christian.
-Aiden…

Shizuko, casi sin esfuerzo, agarro al muchacho de las manos y lo retuvo, su fuerza era mucho mayor. Aanka se acercó lentamente mientras, el preso intentaba liberarse de las manos de Shizuko. La mujer puso un dedo en su frente. Unos gritos agónicos recorrieron todo el bosque de Awa.

Memorias de Idhun IV Profecías: Capitulo 9: Papa.


Capitulo 9: Papa.

Los dedos de Aiden se movían con rapidez mientras escribía. Eva no podía quitarle la mirada de encima mientras hacían los deberes en el comedor de la casa, ella no era capaz de concentrarse en los suyos, la muchacha suspiro mientras lo miraba muy concentrado. La luz del atardecer hacía sombras en su rostro, Eva no podía parar de mirarlo, apenas habían pasado unas semanas desde que se conocían, pero era como si se hubiera llenado un espacio que había estado vacio hasta aquel día, del que tampoco se había percatado. Aiden suspiro y dejo el boli encima de la mesa y la miro fijamente.
-Si sigues mirándome así, no voy a poder concentrarme- dijo Aiden pacientemente.
-Es que no puedo dejar de mirarte mientras haces los deberes- dijo Eva pícaramente- estas tan guapo mientras te concentras.
-¿Sabes que como no apruebe este examen no voy a poder verte durante varias semanas?- dijo Aiden.
Eva gimió levemente, el muchacho suspiro un poco exasperado. La muchacha se había ofrecido para ayudarle a aprender a escribir castellano, ya que el solo sabía hablarlo, gracias a su madre que era española.
-¿Qué tengo que hacer para que me dejes en paz estudiar?- dijo Aiden.
Eva se levanto lentamente haciéndose la interesante mientras el muchacho le sonreía. Le abrazo por detrás y le dio un beso en la mejilla.
-Sabes perfectamente lo que quiero…- le susurro al oído.
-Si te doy uno vas a querer más-le dijo Aiden suspirando.
-Si no lo comprábamos no lo sabremos…- le dijo acercándose lentamente a sus labios.
-¿Qué tal van los deberes chicos?- dijo Victoria.
Eva salto de golpe mientras su madre entraba a la sala de estar con una bandeja. La muchacha fulmino con la mirada a su madre, esta le dedico una mirada de disculpa mientras dejaba la bandeja en la mesa.
-Os he preparado algo de picar mientras estudiabais- dijo posándola en la mesa- ¿Qué tal os va?
-Muy bien mama- dijo Eva rápidamente mientras acompañaba a su madre a la puerta- ahora si no te importa dejarnos a solas estamos muy ocupados.
Cerró la puerta del comedor, mientras Aiden reía. Desde que se habían conocido, apenas tenían tiempo para verse, en el instituto, todas las chicas de su curso no paraban de coquetear con él durante los recreos y Eva prefería que aquel fuera su pequeño secreto, no quería ser la chica más odiada del instituto. Cuando estaban en casa, Victoria parecía tener un sexto sentido para averiguar cuando no estaban estudiando, o Jack aparecía de trabajar en el momento más importuno, incluso Erik aparecía haber pactado con ellos para molestarles cuando querían estar a solas.
Eva no se hablaba con Erik desde el accidente con el dragón. Su hermano había querido arreglar las cosas, pero la muchacha había levantado una barrera entre los dos, aun se sentía muy resentida con él, seguramente se habría sentido muy sola porque era la persona a la que más quería, si no hubiera sido por Aiden.
Para Eva, era un chico muy dulce y tímido hasta que no cogías confianza con él, y eso lo hacía muy irresistible para las chicas del instituto y para ella misma, se pasaban las horas de clase hablando sin hacer caso apenas, porque era el único momento en que podían hablar tranquilamente. Aquello había cabreado a los padres de Aiden, obligándolo a salir solo un par de veces por semana únicamente.
Eva volvió a su sitio molesta por la aparición de su madre, cogió una galleta de la bandeja mientras contemplaba a Aiden haciendo los deberes que le había mandado la profesora de Lengua para ayudarle a aprender a escribir. Un coche abrió la verja de la casa y se adentro en la propiedad.
-O no- murmuró Eva.
La muchacha se quedo pálida como la nieve mientras escuchaba  entrar el coche, y aparcaba a pocos metros de distancia de la puerta. Podía reconocer perfectamente el ronroneo de aquel motor antes de que se apagara. A los pocos minutos, la puerta de la entrada se abrió, pudo escuchar a su madre gritando de alegría mientras se abrazaba con su padre.
-¿Te ocurre algo Eva?- le pregunto Aiden extrañado.
-No pasa- le dijo intentando, mantener su tono de voz normal.
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Su padre se mantenía fuera de casa los doce meses de año, solo aparecía para momentos puntuales y solía irse de la misma forma en la que había llegado, sin dejar rastro. Solía vivir  (según le había contado Victoria) en un ático en Nueva York, se dedicaba a componer canciones para gente famosa, ya que él una vez había sido un cantante famoso, pero lo había dejado hacía ya más de veinte años para llevar una vida tranquila.
Cuando era pequeña Eva, era muy sobre protector con ella, siempre parecía saber lo que pensaba en cada momento, y gracias aquella extraña habilidad sus travesuras apenas habían tenido éxito. Pasaron los años, pero seguía igual. Hacía un año había intentado escaparse para ir a un concierto, se lo había encontrado en la entrada del concierto con su inexpresiva cara, que para Eva había significado: "Estas en un lio señorita"
-Eva mira quien ha venido a verte- grito su madre desde el pasillo.
La puerta del recibidor se abrió y entraron sus padres. Cristian o Kirthas según quien lo llamara, era un hombre de unos cuarenta años, su pelo castaño estaba lleno de canas, sus ojos eran fríos como el hielo, sus movimientos eran agiles como un felino para alguien de su edad. Desde hacía un par de años solía llevar gafas para ver de cerca.
Eva le sonrió alegre y se lanzo a sus brazos, ya tendría tiempo suficiente después para presentarle a Aiden.
-Te he echado de menos Lune- le dijo su padre cariñosamente mientras le acariciaba el pelo a su hija.
-¿Qué tal todo por Nueva York?- le pregunto.
-Igual que siempre.
Cristian se quedo fijamente mirando a Aiden, que parecía estar cohibido.
-Papa- dijo Eva rápidamente su hija- te presento a Aiden, un compañero que ha llegado nuevo desde el extranjero, le estoy ayudando a estudiar.
Cristian miro fijamente a su hija, esta sonrió intentado mantener la mente en blanco. Noto como el cuerpo de su padre se tensaba.
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-Un placer conocerle señor- dijo Aiden incorporándose- Eva me ha hablado muy bien de usted.
Las palabras que dijo Aiden parecieron relajar un poco a Cristian, que se relajo al instante.
-Me alegra de que por fin Eva tenga algún amigo aparte de Erik- dijo mostrándole una de sus medías sonrisas tan características que llevaba utilizando desde que ella tenía recuerdos- al que aun no he visto ¿Dónde está?
-Hoy tenía clases de pintura y no vuelve hasta las nueve- le respondió Victoria- tendrías que ver sus últimos dibujos son impresionantes.
-Estaré encantado de poder verlos- dijo Cristian.
Salieron del comedor mientras Eva estaba aun estaba en tensión. Pensaba que su padre atacaría a Aiden, el seguía bastante tranquilo mientras que recogía sus cosas, como si no hubiera pasado nada.
-El autobús llegara en diez minutos- le dijo Aiden- tengo que darme prisa o llegare tarde a casa y no creo que a mis padres les hiciera ninguna gracia.
-Te acompaño hasta la parada- le dijo ayudándole a guardar las cosas en la mochila.
Salieron de la casa, y se dirigieron a la parada del autobús. Eva aun tenía miedo de salir a la calle. Se mantenía muy alerta a cualquiera movimiento del bosque, aunque hacía ya una semana que no tenía noticias sobre ningún dragón, pero sí que había salido en las noticias la quema de madera en medía calle, Eva le gustaría saber cómo lo habrían hecho para que no parecieran huesos carbonizados.
La presencia de Aiden le tranquilizaba mucho mientras caminaba, además no le había contado nada sobre Idhun, si llegaba el momento no quería que se involucrara. Le había contado que había prendido fuego al dragón, no que hubiera utilizado el báculo.
Llegaron a la parada con cinco minutos de ventaja. Eva se acerco lentamente a Aiden, pero él se alejo como si tuviera la peste.
-¿Qué te ocurre?- le pregunto Eva dolida.
-No sé cómo tratar como una chica- dijo un poco avergonzado-  es la primera vez que tengo algo más con alguien y además tu padre me da un poco de miedo.
-Pues estamos igualados- le dijo acariciándole el pelo- además solo tienes que ser tu mismo.
Eva le beso antes de que él pudiera decir nada. Sus labios se mantuvieron duros al principio, pero enseguida se moldearon a los suyos. Como el primero que se habían dado, una descarga le recorrió el cuerpo, cada neurona parecía estar atenta. Aiden le agarro de la cintura acercándola más a él, Eva apoyo las manos en su pecho. Las luces del autobús les interrumpieron en aquel momento.
-Nos vemos- le dijo Aiden besándola levemente en la mejilla.
Eva vio como se alejaba en el autobús mientras se rozaba e los labios, había sido tan breve como el aleteo de un pájaro o el pálpito de un corazón, pero para ella había significado más que eso. Volvió a su casa saltando de alegría, se sentía más feliz que nuca, tanto que ni si quiera se fijo en la sombra que le acechaba desde los arboles se alejaba de allí.

Memorias de Idhun IV Profecías. Capitulo 8: Ankaa


Capitulo 8: Ankaa

El bosque se encontraba completamente en silencio. La noche había caído hacía ya una hora, después de una larga lluvia primaveral. Las flores parecían brillar con la luz de las tres lunas, junto con los demás arboles, todo parecía tener una belleza natural. Las hadas menores entonaban bonitas canciones, junto con los pajaros.
Sin ser previsto, el canto acabo de golpe. Las hadas menores huyeron de allí despavoridas, habían sentido algo e iban a avisar a las hadas mayores, aquella presencia no le gustaba nada. Desde los arboles apareció una sombras de elegantes y rápidos movimientos, similares a lo de un felino.
La sombra vestía con una gran capa negra que le cubría por completo. Llego hasta un claro, completamente seco, después de casi dieciocho años, el bosque de Awa no se había recuperado por completamente. El hombre examino los arboles en busca de algo que llevaba buscando desde hacía días, pero parecía estar completamente vacío.
El hombre no se dejo llevar por su instinto abrió a un más los ojos. Encima de un árbol, apenas se podía distinguir una sombra, que balanceaba levemente la pierna desde una rama del árbol. Kirthas la observo, y se puso tenso, a punto de atacar. Una risa cantarina resonó en el claro, un escalofrió le recorrió por dentro, era la primera vez que sentía uno.
-Cuanto tiempo sin vernos Kirtash- dijo la voz cantarina desde el árbol.
-Eres muy difícil de encontrar- dijo el hombre mostrando indiferencia, solo afirmación.
- No me gusta que me molesten ¿Sabes?- dijo la voz desde las sombras- Me gusta la tranquilidad.
-Necesito preguntarte un par de cosas- dijo el hombre- Estoy seguro de que has escuchado hablar de la profecía que han dado los oráculos.
La sombra chasqueo la lengua con fuerza. Se deslizo ágilmente al suelo, sus pies no hicieron ningún ruido al caer sobre la hierba que se extendía sobre el suelo. Kirtash retrocedió unos pasos.
-Las estúpidas hadas no parecen hablar de otra cosa- dijo con desdén- aunque no tengo ganas de participar en ella.
-Creo que eres la dama de blanco,Ankaa.
-Me da igual, no pienso participar en una de sus malditas profecías- dijo con tono enojado.
Ankaa desapareció entre las sombras de la noche, sin ni si quiera despedirse. Kirtash la observo alejarse entre los arboles, hasta que desapareció en la noche.

Por primera vez en varios días, sentía que sus sueños habían sido muy limpios desde la aparición de los dragones. Los brazos de Aiden les hacían sentir muy alrededor de su cuerpo, apoyo su cabeza en su pecho, el aun dormía profundamente. Su respiración le hacía sentir muy bien. Dormir con él, le hacía sentir completa. Un nuevo sentimiento había nacido en su pecho, algo que nunca le había ocurrido nunca desde que había nacido.
Aiden se removió en sueños, Eva lo contemplo mientras dormía, a la luz del amanecer, parecía aun más bello, su cara estaba muy relajada. La muchacha suspiro, ahora era solo suyo, no pudo resistirse y le acaricio la cara con las yemas de los dedos lentamente, su piel era muy suave, al leve tacto. El muchacho abrió los ojos lentamente, su mirada gris brillaba con más fuerza por la mañana.
Sus miradas se cruzaron, las palabras hubieran estropeado aquel momento. El muchacho le acaricio suavemente la cara, una descarga atravesó el cuerpo de Eva, bebió de aquella sensación lo máximo que pudo. Ninguno de los dos pudo resistirlo mucho tiempo más y se besaron con dulzura, lentamente. Aiden abrazo a Eva.
Tocaron a la puerta. Eva gruño mientras se levantaban para abrir. Erik llevaba la misma ropa que anoche, además de unas grandes ojeras.
-Hola -dijo el muchacho levemente- quería pedirte perdón por lo de anoche ¿Podemos hablar?
Erik hizo el intento por entrar a la habitación de su hermana, pero Eva lo detuvo con rapidez.
-Lo siento si tus hormonas de adolescente no te dejaban pensar con claridad, espero que tu y la idiota de tu novia habréis follado - dijo la muchacha sonriendo- por que me da igual lo que te pase si es eso lo único que te importa.
Cerró la puerta de un portazo, dándole en las narices a Erik, que se quedo muy sorprendido.
-¿Ocurre algo Eva?- le pregunto Aiden mientras se levantaba de la cama.
-No pasa nada- dijo mientras le sonreía con dulzura-¿Te acompaño a casa?

Memorias de Idhun IV Profecías. Capitulo 7


Capitulo 7: <<No pienso amargarme el día por eso, tengo planes ¿Sabes?- dijo el chico mientras se incorporaba- que tu no tengas vida social no es mi culpa.>>


Eva se acostó en la cama, estaba muy cansada, aquel báculo le había dejado agotada, pero no era lo único. Era al medio día, ni si quiera había comido, se encontraba muy exhausta, Erik actuaba como si no ocurriera nada, le había dado dos besos a Victoria como si nada, y se había ido a comer, la muchacha le miro sorprendida, se tapo con la manta hasta la cabeza, tenía mucho miedo de salir de casa. Cerró los ojos y se quedo dormida.

Despertó horas después, tenía mucho calor con aquellas malditas mantas en pleno mayo. Miro el despertador, era la una de la mañana, se levanto de la cama, a un lado, se encontraba la funda del báculo y la espada de color azul, se encontraba más segura con ellos cerca. Se levanto de la cama, aun llevaba la el uniforme de la escuela. Salió al pasillo, y fue directa a la habitación de Erik, necesitaba hablar con el idiota de su hermano, tenía que aclarar sus ideas, y el único con el que podía contar era con el.
Abrió la puerta lentamente, la habitación de Erik era muy parecida a la suya, tenía una cama con una funda de color naranja, un escritorio al lado y un armario. La cama estaba muy bien hecha, Erik se había ido. Salió de la habitación corriendo intentando hacer el mínimo ruido posible, bajo las escaleras y fue al comedor, muchas veces se quedaba durmiendo mientras veía la tele y Jack prefería dejarlo allí, abrió la puerta del comedor, pero no había nadie. Cerró la puerta lentamente y fue directa al estudio de Jack, allí se encontraba el único ordenador de la casa con internet. Abrió lentamente la puerta y entro con sigilo. El estudio de Jack, era una sala grande, tenía varios estantes repletos de libros sobre medicina, allí es donde escribía Victoria sus historias, en el centro había un escritorio antiguo que había adquirido años atrás en una tienda de antigüedades, una de las paredes estaba completamente acristalada.
Se sentó con rapidez en el escritorio y encendió el ordenador, se mordió las uñas muy nerviosa, aquello le daba muy mala espina. Se conecto rápidamente a internet y entro en tuenti, aunque ella no tuviera una cuenta, sabía la contraseña de su hermano perfectamente, metió se email y su contraseña mientras le temblaban las manos con fuerza, enseguida la pagina de inicio apareció en la pantalla de su ordenador. Dirigió el ratón hacía el perfil, mientras las manos le temblaban con fuerza.
Solo pienso en esta noche, tú y yo juntos
Eva maldijo por lo bajo, subió rápidamente por las escaleras a su habitación. Se quito el uniforme escolar rápidamente, y se puso unos vaqueros, con una camiseta de manga corta blanca, encima una chaqueta marrón, con unas botas del mismo color que la chaqueta. Se colgó el báculo y la espada de color azul en la espalda, la espada de fuego le quemaba la mano así que seria mejor no llevársela, si llegaba el momento Erik cogería el báculo y ella utilizaría la espada de hielo.
No sabía por donde empezar a buscar. Le vino una idea a la cabeza, cerró los ojos, y comenzó a llamar a Alma. Sintió como Alma la llenaba por dentro, sacándola de allí, llevándola con ella. Cuando abrió los ojos se encontraba en la biblioteca de Limbadh, acerco la mano a la ranura que había en medio de la mesa.
-Por favor alma te lo rugo- dijo la muchacha- llévame hasta Erik este donde este.

Tenía una ligera idea de con quien había quedado, con su novia Ashley, una chica de origen estado unidense, la típica rubia de bote, con piel bronceada, sus ojos eran azules gracias a las lentillas de color que utilizaba. Cuando volvió abrir los ojos se encontraba en medio de un callejón, la única luz que tenía era la de una farola semi rota, se encontraba en la salida de una de las discotecas de moda de Madrid. El sitio perfecto donde iría Erik con Ashley. Al fondo pudo ver a dos adolescentes montándoselo encima de un altavoz roto, la chica gimió mientras el muchacho le besaba el cuello.
Pudo reconocer perfectamente a Erik encima de Ashley, un asco tremendo le entro por dentro, tenía ganas de vomitar, se acercó lentamente a ellos para que no les pudiesen escuchar, le toco levemente el hombro, el muchacho se dio la vuelta, sorprendido, Eva le pego un puñetazo con todas sus fuerzas. El muchacho cayo hacía atrás, mientras le sangraba la nariz.
-Pero que haces aquí…- dijo Erik.
-¡Eres un idiota!- le grito Eva- Después de lo que nos a pasado esta mañana sales como si nada.
-No pienso amargarme el día por eso, tengo planes ¿Sabes?- dijo el chico mientras se incorporaba- que tu no tengas vida social no es mi culpa.
Sus palabras le llegaron hasta lo más profundo de su corazón, su hermano era la persona en la que mas confiaba, y ahora la había tratado como basura. Se mordió el labio inferior para no llorar y salió corriendo de allí. Pudo escuchar como volvían a enrollarse otra vez como si nada hubiera pasado. Las lágrimas florecieron de sus ojos como un riachuelo, había sido una idiota al pensar que su hermano podría estar en peligro, pensaba que llegaría como una heroína y lo llevaría a casa.
La luz de la farola se apagó de golpe, un odio irracional la recorrió por dentro. Del cielo apareció un gran dragón escarlata, aterrizo a cien metros de ella. Eva ni si quiera se inmuto, saco el báculo de la funda lentamente, aunque noto que la espada de hielo parecía temblar de puro placer. Volteo el báculo con rapidez, el ataque mágico dio en el costado izquierdo de la criatura. Rugió con rabia, y se lanzo a por Eva, lo esquivo rápidamente, paso el báculo por el costado del animal, atravesándolo de punta a punta.
La criatura comenzó a gruñir con fuerza mientras se consumía en las llamas blancas. Con sus últimas fuerzas, el dragón le araño el brazo derecho. Sentía como el escozor le recorría el brazo de punta a punta, la sangre comenzó a fluir de la herida. Pero por encima de todo aquello sentía una euforia que la recorría por dentro. Sintió el calor de una persona que le abrazaba por detrás.
-Aiden- susurro casi sin fuerzas.
-¿Estas bien Eva?- dijo con un extraño acento- Vi como luchabas contra aquella cosa, aunque has conseguido acabar con el.
La alzo con delicadeza en brazos.
-Sera mejor que vuelvas a casa-dijo el chico- yo te acompañare.
Eva le dijo como llegar. Había autobuses nocturnos los viernes y sábados por la noche, subieron al primer autobús al que pudieran. Fueron cambiando hasta que llegaron al que les llevaría cerca de su casa. Eva se acurruco entre sus brazos, aunque solo lo conociera un día, parecía que lo conociera de toda la vida. Cerró los ojos y se dejo llevar por su calor corporal.
Aiden lo volvió alzar en brazos y salió del autobús, borrosamente pudo ver su casa.
-¿Cómo supiste donde estaba?- le pregunto débilmente.
-Fue una intuición- dijo el chico- algo raro de explicar.
 Entraron en la casa, Eva lo guio hasta el baño. Allí abrieron el botiquín, desinfectó la herida de Eva y la vendo delicadamente. La muchacha miraba fijamente sus brillantes ojos grises, el chico le devolvió la mirada y sin poder evitarlo, se besaron.
El beso fue lento y lleno de cariño, Aiden la abrazo por la cintura y Eva le hecho las manos al cuello. Una descarga eléctrica le recorrió por dentro. Eva le guio por la casa hasta su habitación, se acostaron en la cama. Eva se acurruco en sus brazos, se sentía muy débil, y Aiden le daba fuerzas. Le reconfortaba por dentro después de lo que había pasado con Erik, tener a alguien con quien poder abrazarse

Memorias de Idhun IV: Profecías. Capitulo 6: El primer amor


Capitulo 6 El primer amor

Los restos del séptimo cayeron al suelo, esparciéndose por el suelo de la casa de la frontera. Eva cayó al suelo de agotamiento, el báculo resbalo de su mano,  apagándose su luz. Erik estaba exhausto, la espada  la sentía como una parte del mismo,  pero estaba demasiado caliente, el muchacho soltó el arma y cayo al suelo.
-¿Estas bien Eva?- le preguntó Erik preocupado.
-Si- respondió la muchacha débilmente- pero esa cosa me ha chupado toda la energía. Tenemos que salir lo antes posible de aquí debemos de volver al instituto antes de que se den cuentan de que henos faltado todo el día, y llamen a casa.
Los dos hermanos se dirigieron a la biblioteca, alma les había contado que cuando quisieran les devolvería a la tierra cuando lo desearan. Se dirigieron a la biblioteca y contactaron con alma para volver a la tierra, pero como precaución, se llevaron las tres armas legendarias, cogieron varias fundas de tela para esconderlas en el instituto. Alma los llevo hasta su instituto. Antes de entrara a clase, guardaron las armas en sus taquillas. Eva se dirigió hasta el segundo piso y Erik fue al tercero, habían perdido las dos primeras horas de clase.
Eva toco a la puerta y entro a clase. El profesor de matemáticas la miro con cara de asco, ella tampoco le tenía mucho cariño. Se sentó en la ultima fila, completamente sola, no es que tuviera mucho amigo, y los que tenía solo eran por conveniencia, Eva era muy buena en los estudios, tenía muy buenas notas, al igual que su hermano, los dos eran muy solitarios, excepto que Erik tenía novia era lo único que les hacía diferentes.
Alguien toco  la puerta del aula, el profesor detuvo su explicación y Eva levanto la vista. La puerta se abrió y entro la directora, una mujer estirada, de pelo negro lleno de canas y unos ojos como el carbón, muchas veces Eva pensaba que parecían su alma.
-Buenos días clase- dijo la mujer estirando la cabeza lo máximo que podía su alargado cuello- hoy tenéis un nuevo compañero de clase, viene desde Noruega, aunque sus madre es española, pasa cariño.
A la clase, entro un muchacho, de pelo castaño claro, lo llevaba por las oreja, tenía los ojos grises muy claros, apenas era un poco más alto que Eva, su piel era muy clara. Todas las chicas de la clase suspiraron al verlo entrara, incluso Eva, por lo contrario los chicos, gruñeron al unísono.
-Os presento a vuestro compañero Aiden - dijo la directora- Espero que le tratéis como un igual, apenas sabe hablar  el castellano.
El muchacho agacho la cabeza, parecía que se hubiera sonrojado.  Se sentía solo, al igual que ella. La directora abandono el aula dejando al muchacho plantado en medio de la clase. Todas las chicas murmuraban entre ellas y los chicos gruñían muy cabreados.
-Puedes sentarte al final con Eva- le dijo el profesor,
El muchacho atravesó el aula rojo como un tomate,  Eva se escondió detrás de su pelo. Notaba como su pecho palpitaba con fuerza, era la primera vez que le pasaba aquello con un chico, normalmente pasaban mutuamente entre ellos. Era demasiado feúcha para  que alguien le interesara. Aiden se sentó a su lado y le sonrió. Eva sonrojo también. Las chicas de la clase la fulminaron con la mirada.
-Mi nombre es Eva- le dijo.
-Un placer- dijo Aiden con un extraño acento.
Eva miro hacia la pizarra, se dio cuenta de que el muchacho no le quitaba el ojo de encima.

Memorias de Idhun IV: Profecías. Capitulo 5: La primera profecía.


Capitulo 5 La primera profecía
 La mujer contemplaba la ciudad de Tokio desde el lujoso rascacielos, tenía los ojos rasgados. Podía escuchar los pensamientos  de cada una de las personas que andaban por las calles de la ciudad que no parecía dormir nunca. Odiaba el calor de aquel cuerpo humano, con aquellos brazos y piernas que le resultaban repulsivos, lo único que le agradaba era su pelo. Shizuko tenía ya casi cuarenta años, aunque aparentaba ser más joven gracias a las numerosas cremas que se untaba en el cuerpo.
La vejez se le acercaba. Sabía que si no encontraba el mundo que había creado el séptimo, moriría en aquel vacío mundo como un humano cualquiera, aunque no lo era. Era una reina sin reino, ella debía gobernar su mundo.  Desde hace varios años, el hibrido la ayudaba a encontrara su mundo, aunque sin ella sería casi imposible conseguir nada…
Oyó una llamada mental, como se atrevían a hacerlo desde su propia casa, como no era el idiota del hibrido, un monstruo que jamás debió de ser creado.
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<< ¿De que se trata?>>
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<
Dos hijos de los sheks
Dos hijos de los unicornios
Dos hijos de los dragones
La dama de blanco despertara sus esencias dormidas
El séptimo volverá y se unirá a los seis contra un mal mayor…>>
<< ¿Hay algo más?>>
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Shizuko suspiro, aquello podría significar una nueva oportunidad, pero sabía que podría significar la extinción de la raza. Como shek, busco cada una de las opciones y las analizo.
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……..
El hada volteo de nuevo el báculo, Eva lo esquivo por los pelos. Erik esquivaba a la estatua del séptimo y la del dios Aldun. El séptimo era veloz como un gato, Aldun atacaba de frente con poderosas estocadas. Intentaron llegar a la biblioteca, pero las estatuas les paraban el paso, los intentaban acorralar. Eva le lanzo una patada al estomago del hada, era la mas poderosa de los tres.  Ni si quiera se inmuto, volteo el báculo, rozándole el hombro. Eva hizo un gesto de dolor. Su madre y Jack la habían entrenado desde pequeña, pero aquellas estatuas eran invencibles, no sentían dolor.
Erik esquivo por los pelos la espada de hielo. Debían de destruir aquellas estatuas, si querían vivir. El hada le golpeo con el báculo en la rodilla, se mantuvo firme, aunque le doliera mucho, aprovecho el momento para golpearle en la cara, perdió el equilibrio. Eva agarro el báculo y se lo arranco de las manos,  el hada se quedo paralizada, volvía aparecer una estatua corriente. El báculo comenzó a palpitar como una estrella.
La espada de fuego, rozo las costillas del muchacho, el filo quemo el cuerpo de Erik. Eva vio que su hermano se encontraba en apuros, instintivamente, volteo el báculo como tantas veces había hecho Victoria en el pasado, y antes lo hizo Ayshel. El ataque mágico dio justo en el blanco, destrozando la estatua de Aldun en miles de pedazos. Erik recogió la espada del dios del fuego, se sintió muy seguro de si mismo, estaba caliente, pero no llegaba a quemar. El séptimo le lanzo de nuevo una estocada, Erik interpuso la espada de fuego entre ellos. Noto como la temperatura aumentaba. Eva volteo el báculo de nuevo, el ataque destruyo la estatua del séptimo al igual que la de Aldun.

Memorias de Idhun IV Profecías. Capitulo 4: Aldun, El septimo y Ayshel.


Capitulo 4 Aldun, El Septimo y Ayshel


Limbadh, era como le había el alma había dicho, la casa de la frontera, se encontraba entre Idhun, y la tierra. Eva y Erik la exploraron de arriba abajo, era una casa completamente redonda, tenía un gran balcón y un bosque a sus alrededores. Alma también les explico que el bosque y las montañas era lo único que tenía limbadh, era un micro mundo. Mientras exploraban las habitaciones, encontraron una llena de cosas sobre unicornios, estaba llena de polvo.
-Mira esto Erik-le grito su hermana.
-La triada debió de abandonar este lugar hacia mucho tiempo- dijo Erik.
Alma también les había contado sobre Idhun, los dragones, unicornios y sheks, ya que ahora no quedaban ninguno en Idhun. Les conto sobre la profecía y de la triada, formada por los tres únicos híbridos. También les hablo sobre el séptimo dios y los seis.
-Eso es imposible- había dicho Eva.
Alma ante aquella respuesta le mostro Idhun. -Impresionante -murmuro Erik.
La muchacha había soltado una exclamación. Ahora sabían que sus atacantes habían sido los nueve dragones.
-Entonces-le dijo Eva- ¿Por qué los nueve dragones han venido a por nosotros? Solo somos un par de críos.
Alma no le contesto.
Investigaron la casa a fondo, fuera estaba oscuro, siempre de noche. Llegaron a la sala de armas, fue la que mas destaco para los dos, pero sobre el lugar donde se guardaban las armas legendarias.
Tres estatuas coronaban la sala, Aldun, el dios del fuego, portaba una espada de fuego, con un mango con la formas de un dragón, de una piedra roja. En medio, la estatua de una feérica, de mármol blanco, portaba un báculo de gran poder. Y la ultima la estatua del séptimo,  de un cristal azul eléctrico, portaba una espada que formaba el hielo.
-Las armas de la triada…-susurro Erik y Eva a la vez.
Las estatuas brillaron con fuerza, los dos hermanos cerraron los ojos automáticamente. La luz se disipó.
-¿Sois vosotros la triada?-dijo una voz neutral.
Los dos hermanos se volvieron, las estatuas habían tomado vida, moviéndose de su pedestal. El hada avanzo hacía ellos seguida por Aldun y el séptimo. Eva y Erik se quedaron pasmados, las estatuas avanzaron en modo amenazador.
-No sois la triada- dijo de nuevo el hada.
El báculo comenzó a cargarse de energía, se ilumina como una estrella. La mujer volteo el báculo, lanzándoles una descarga de energía a los hermanos. Eva y Erik salieron de sala corriendo cerraron la puerta para mantenerlos a raya. La descarga pulverizo la puerta. Una gran nueve de escombros les obligo a cubrirse los ojos.
-Debemos salir de aquí- grito Erik.
Las estatuas aparecieron de nuevo, el séptimo y Aldun sacaron sus espadas, de hielo y fuego, el hada comenzó a recoger energía del ambiente para un nuevo ataque.

Memorias de Idhun IV Profecías Capitulo 3: Limbadh


Capitulo 3 Limbadh

El dragón rugió de nuevo, alcanzando su objetivo, Eva se consumió en las llamas, mientras sus gritos de dolor inundaban la calle.
-Eva despierta, es hora de ir a clase.
Un grito escapo de su garganta mientras se incorporaba, se sentía asustado, el corazón le iba a cien, su respiración era agitada. La puerta de la habitación se abrió.
-¿Estas bien Eva?- pregunto Erik.
Erik era su hermano mayor, rondaba por los diecisiete, tenía el pelo rubio oscuro, entre el de sus padres, sus ojos eran como los de Victoria, a pesar de ser castaños tenían algo en especial. Era más alto que Jack y aun no había dejado de crecer, incluso más alto que Christian.
-Estoy bien-le sonrió dulcemente- solo es una pesadilla
Su hermano salió de la habitación, devolviéndole la sonrisa. Eva se levanto lentamente, aun sentía su corazón palpitar fuertemente en el pecho, se desvistió y se puso el uniforme del colegio, al que había asistido su madre a su edad. Miro el despertador, eran las siete y media y el autobús llegaba en cinco minutos.
Bajo rápidamente con su mochila pegada a su espalda. En la entrada se encontraba Erik ya preparado para ir a la parada, que se encontraba a cien metros de la puerta. Cerraron la puerta de la verja, justo en el momento en que el autobús desaparecía en la carretera. Eva bujo y Erik dejo la mochila en el suelo.
-Tenemos que llamar a mama- dijo Erik sacando su móvil del bolsillo del uniforme- se ha ido al gimnasio pronto.
Aquella noche Eva apenas había podido dormir más de dos horas seguidas, las pesadillas con el dragón escarlata había sido constante, seguramente Erik se quedo hasta tarde chateando en el ordenador con alguno de sus amigos y por eso se les había hecho tarde.
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Eva se volvió hacía todos los lados, había vuelto a escuchar una voz en su cabeza, esta vez le había sonado demasiado cerca. Miro hacía todos lados buscando su origen, desde hacía algún tiempo tenía una teoría de que aquellas voces era los pensamientos de las personas. En le bosque, pudo ver una forma escarlata moviéndose con lentitud, había estado esperándola durante toda la noche, a que saliera de su escondite.
El dragón salió del bosque, tapándole su única salida. A Erik se le resbalo el móvil, estampándose contra el arcén. Los dos hermanos retrocedieron lentamente en dirección al bosque, Eva solo podía mirar sus largas garras negras, que le producían un terror extraño, Erik por lo contrario, parecía fascinado con aquella criatura,  pero a la vez sentía que no estaba del todo viva…
-¡¡CORRE!!-grito Eva adentrándose en el bosque.
Erik la siguió apenas unos segundos después,  corrieron por el espeso bosque. El dragón escarlata les siguió desde el aire. Los dos hermanos podían ver su sombra sobrevolando sus cabezas. El dragón descendió en picado contra los dos hermanos. Un rugido escapo de entre sus dientes, tras el una llamarada de fuego escapo entre sus dientes, calcinando todo tras de si. Eva y Erik sabían que no podrían escapar con vida de aquel fuego.
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Todo comenzó a dar vueltas de golpe, sintieron como algo les absorbía de allí llevándoles muy lejos.
Cayeron de golpe sobre un frio suelo de madera, se sentían mareados y desorientados. Erik, al ser el mas fuerte, fue le primero en levantarse, estaban en una sala circular, llena de libros, en el centro había una mesa redonda vieja, rodeada de seis sillones, en ellos habían símbolos extraños, en el centro de la mesa, había una hendidura circular ligeramente iluminada, en el techo había un  tragaluz redondo, las vidrieras tenían la forma de tres soles y de tres lunas.
Erik acerco a la mano a la vieja mesa, acercándola en la hendidura, a la que se ilumino ligeramente, Eva se levanto apoyándose en su hermano.
-Erik… ¿Estas bien?
-Limbadh…- respondió Erik en un susurro.

Memorias de Idhun IV Profecías: Capitulo 2


Capitulo 2 Secretos
-¿Qué te ha ocurrido que has llegado tarde?- dijo Victoria mientras entraba a la cocina junto con Eva.
-He perdido el autobús- dijo mientras se sentaba en la silla.
Victoria comenzó a preparar la cena. Eva la contemplo fijamente. Llevaba el cabello por los hombros, ondulado levemente, sus ojos eran de un color avellana, eran más grandes de lo normal en su cara, con su edad se mantenía joven, estaba en forma.
-He estado apunto de llamar a tu padre- dijo mientras cortaba la comida- me tenias muy preocupada.
Eva suspiro, sabía que no se refería al mismo padre que tenía Erik, su hermano mayor, si no su verdadero padre. Solo aparecía una o dos veces al año y siempre que venia se mantenía distante con los demás. Victoria se volvió a su hija y sonrió, su madre siempre le hacía sentir mejor.
-Mama, ¿Tú crees en los dragones?
Victoria dejo caer al suelo el cuchillo, su cara se había quedado pasmada durante unos instante, sonrió de nuevo forzosamente. Se agacho y recogió del suelo el cuchillo.
-¿Por qué lo preguntas cariño?- dijo intentando retornar a la normalidad.
-Por curiosidad- respondió Eva.
Victoria continúo a la normalidad, tarareando una vieja canción que en sus tiempos había sido muy famosa. Eva salió de la cocina silenciosamente sin despedirse de ella. Se había quedado pasmada ante su reacción, jamás pensado que podía reaccionar así, pero lo que mas le extraño es que no había llegado a responderle. Su madre había publicado varios libros de fantasía, sobre dragones y unicornios.
Subió hasta su habitación y se acostó en su mullida cama, las palmas le ardían con fuerza junto con el tobillo, hasta ahora no se había dado cuenta de que sus zapatilla izquierda había sido medio calcinada por el fuego del dragón. Volvió a asomarse a la ventana de su habitación para ver si lo veía, de nuevo. La verja se abrió y entro un lujoso coche que pertenecía a Jack, aunque también lo consideraba su padre no era lo mismo que con Christian.
Jack trabajaba en un hospital de la ciudad como cirujano, desde hacía varios años. Aparco el coche en la entrada de la casa. Jack era un hombre corpulento, de pelo rubio y de grandes ojos verdes. Cerro la casa y se dirigió a la casa.
Eva salió de su habitación y corrió escaleras abajo, iba a saludar a Jack cuando oyó a Victoria y a él hablando.
-¿Lo has sentido?- susurro Jack
-Si y era muy cercano aquí, a menos de un kilometro y medio, ¿Crees que no pueden a ver sido ellos?
-No creo que han sido los nueve…
Jack y Victoria pararon de hablar justo cuando apareció Eva en la cocina.
-¿Cuanto tiempo llevas ahí?- le pregunto Jack con una cálida sonrisa, escondiendo la angustia tras ella.
-Acabo de llegar- mintió Eva con una cálida sonría.
Se le daba mejor mentir que estudiar, Victoria volvió a cocinar tarareando de nuevo la misma canción y Jack se dirigió a su estudio. Eva miro extrañada a su madre, había ocurrido algo y no le querían decir lo que ocurría.

Memorias de Idhun IV: Profecías Capitulo 1


Capitulo 1 Dragon


La muchacha se giro con rapidez, le había parecido oír algo, se giro suspirando y continuo el camino hasta su casa. Debía de haberse dado prisa, había perdido el autobús y ahora tendría que hacer el viaje andando. Llevaba caminado varios minutos caminando hacía su casa, estaba a mas de un kilometro de la parada.
Esta no era la primera vez que le ocurría esto, de vez en cuando podía oír voces en su cabeza, pero nunca lograba identificarlas, no sabía de donde procedían. Jamás había logrado identificarlas, eran frases sueltas. Aquella vez había perdido el autobús por culpa de aquellas voces, jamás se lo había contado a nadie, era su pequeño secreto.
Si lo hubiera hecho su madre lo hubiera tomado por loca, y seguramente su padre también. Era una tarde a finales de mayo, estaba oscureciendo, y aunque no tuviera miedo tenía un mal presentimiento, su estomago le pesaba.
A lo lejos consiguió deslumbrar la arboleda, podía ver las ventanas de la segunda planta iluminadas, su corazón comenzó a relajarse y suspiro. Apenas le quedaban cien metros para llegar a la puerta cuando escucho el crujir de las hierbas secas a su alrededor. Se giro rápidamente, entre la maleza pudo distinguir unos grandes ojos rojos, pero apenas fueron unos segundos. La figura se movió con rapidez, pero por el tamaño pudo distinguir que era gigante. Se volvió a parar y fue directa hacía el.
Era un dragón de escamas escarlatas, tan rojo como la misma sangre, poseía largas garras de un color negro que le produjo escalofríos. La criatura resoplo y avanzo hacía ella con rapidez. La mucha comenzó a corre hacia su casa desesperada, el dragón gruño y fue tras ella, se alzó en el aire con sus poderosas alas la alcanzo en apenas unos segundos. De su boca comenzó a escupir fuego. Le rozo el tobillo, su zapatilla se calcino por completo, rozando su piel. Tropezó y cayo al suelo rodando.
Se levanto lentamente, se había rozado con el arcén, sentía que las palmas le ardían con fuerza. El dragón la observo desde el aire durante unos segundos, rugió y volvió al ataque. La muchacha se giro llego hasta la puerta de su casa, abrió la verja entro rápidamente y la cerro tras de si. El dragón pareció reírse de ella y por el aire intento entra a su casa, pero algo lo detuvo. El animal gruño y desapareció en el aire.
Respiro durante unos segundos y corrió hacía la gran casa, que se alzaba entre la arboleda. Abrió la puerta de la casa mientras le temblaban las manos la cerro tras de ella rápidamente, se dirigió hacia la ventana mas cercana, abrió lentamente las cortinas, pero fuera no había nada, no quedaba rastro del dragón.
-Hija ¿Estas bien?
Se giro rápidamente al ver a su madre asomada desde la puerta de la cocina.
-Estoy bien, mama- dijo Eva sonriéndole desde el umbral.

jueves, 27 de septiembre de 2012

¡100 VISITAS!

¡Muchas gracias a todos aquellos que habéis estado visitando mi blog hasta ahora! Siento no haber podido actualizar antes :S pero he tenido algunos problemas personales, y no he tenido tiempo para actualizar. 

Traigo varias noticias el blog ya tiene su propia dirección de email Lidara_Blog@hotmail.com
También tenemos dos nuevas secciones que comenzare a actualizar en unas horas, tras un descanso.
Si no me equivoco, pronto os podre traer una gran noticia y nuevas actualizaciones del blog.